El presidente del Consell de Formentera, Jaume Ferrer, la consellera de Agricultura del Govern balear, Mercè Amer y el director general de Desarrollo Rural del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Francisco Amarillo, escenificaron ayer el rito de la primera piedra de la balsa reguladora de aguas depuradas que se convertirá en el eje sustancial del Plan de Regadío que permitirá la reutilización de las aguas procedentes de la depuración para el riego agrícola. Se trata de un macroproyecto que supone una inversión ligeramente superior a los 8 millones de euros y que está financiada básicamente por la Unión Europea y el Gobierno Central ya que la aportación del Govern de les Illes Balears se limitó a la compra de la finca en la que se realizará la actuación, 49.101m2 que la CAIB compró por 262.664 donde se ubicará una balsa reguladora con una capacidad de de 87.000m3. De todas maneras los trabajos no estarán finalizados antes de dos años ya que las previsiones van de 24 a 30 meses ya que aparte de la balsa reguladora, se habrán de habilitar unos 26km de conducciones y las instalaciones de bocas de riego en las fincas que se aprovecharán, a través de la comunidad de regantes, de este aporte acuífero que puede cambiar el tradicional cultivo de secano al de regadio.

La inversión afectará a un total máximo de 114 hectáreas correspondientes a la comunidad de regantes y tiene unos beneficios, según el Ministerio de Agricultura «en el impulso del desarrollo rural decisivos para el futuro de la isla y su reserva marina a pesard e su alto coste debido en gran parte a su triple insularidad» destacó Francisco Amarillo, director general de Desarrollo Rural del Gobierno central. Y en este sentido desde el Ministerio se subrayó que «es una obra pionera dentro del estado español ya que la depuración terciaria se utiliza en muchos ámbitos pero nunca hasta ahora se le había sumado la posterior desalinización para su reutilización agrícola, y es que desde el punto de vista medioambiental se trata de 'cerrar el ciclo del agua' aprovechando unas aguas con un coste de depuración elevado y que actualmente se vierten al mar afectando a la reserva marina». Pero Amarillo incidió además en que la mejora en la calidad del agua, que se reaprovechará en un 80%, posibilita su reutilización del regadío agrícola, que supone un 10% del suelo agrario útil de la isla, repercutiendo directamente en el alivio de los pozos de aguas naturales, porque «incrementa la cobertura vegetal del entorno paisajístico contribuyendo a evitar la erosión del suelo y beneficiando a la flora y fauna autóctona de la isla, un paisaje que tiene mucho que ver con la manera de orientar el regadio dentro del propio estado y de la imagen que en esta isla tienen y tendrán tanto los visitantes como los residentes».