El cantante almeriense David Bisbal ofreció anteayer un esperado concierto al que asistieron alrededor de seis mil personas, según la organización. Un público numeroso y muy entregado que no paró de brincar y dar palmas durante toda la función. Frente a él, un David Bisbal que repartió simpatía y palabras de agradecimiento hacia el público ibicenco, dando muestras de una gran profesionalidad sobre el escenario. No obstante, en algunos momentos la voz del cantante se vio mermada y sin fuerzas, quizás por las enérgicas coreografías que acompañaban a los temas o por el cansancio acumulado tras una gira que comenzó el pasado 10 de marzo en Bogotá. Se echó de menos una mayor presencia de la guitarra española y los sonidos latinos que lo lanzaron al estrellato. Sin embargo, ésta se sustituyó por dos potentes guitarras eléctricas cuyos músicos realizaron varias coreografías con el cantante. Actuó sin bailarinas, pero con dos jóvenes coristas, saxo, batería y trompetistas que ofrecieron uno a uno una demostración individual con sus instrumentos. Los momentos más aclamados fueron cuando David Bisbal, por primera vez en la isla, se dirigió al auditorio y dijo que su «mejor alimento es el cariño de la gente», y cuando vestido como en la carátula de su último disco, Premonición, interpretó Quién me iba a decir, colgado sobre una cuerda. No obstante, si hay una canción que movió realmente la conciencia de los presentes fue Soldado de pape, una preciosa balada adornada con proyecciones en dos grandes pantallas que había tras el escenario donde aparecían niños en la guerra. Asimismo, el cantante se untó las manos en pintura roja y bajando del escenario chocó las palmas con las fans de la primera fila. Para concluir la actuación eligió tres rítmicas canciones en las que las guitarras eléctricas se fusionaron con el reggaeton.

Irene Luján