Pincha de residente, cobra por ello y hace divertir a los dancers. El dj ibicenco del mundo virtual Second Life Rafa Prinz asegura que llega a congregar hasta un centenar de avatares (dobles) con sus fiestas en Space y en otro club pitiuso llamado Malatu, ambos situados en la isla virtual.

Por cada hora de sesión, Rafa Prinz cobra 150 lindens, que tras tres horas de trabajo se convierten en 450. «Y que al final no son más que dos o tres euros», se ríe este dj, que triunfa en los dos clubs virtuales de la isla con música electrónica y house pero que, a veces, también pone el ritmo a alguna fiesta de disfraces y, por qué no, a una boda, como la que tiene este sábado en el club Malatu, donde contraerán matrimonio dos avatares de Second Life.Luciana Aversa

Si en la realidad pitiusa la superpoblación de djs es un hecho, en Ibiza The Island, de Second Life, aún es un mercado creciente. «Cada vez hay más discotecas hispanas pero, de todas, las de Eivissa son las que más gente tienen», asegura Rafa Prinz, nombre del avatar de un ibicenco que prefiere no identificarse con su identidad porque asegura que le gusta diferenciar muy bien la vida real de la virtual. «Hay mucha gente que quiere trasladar todo al mundo real, pero yo prefiero dejarlo ahí, en el ordenador», asegura este hombre de 40 años que en los años 80 trabajó como dj profesional y que ahora, gracias a este mundo de realidad virtual, ha recuperado su afición. «Ahora puedo retomarla desde casa y combinarla con mi vida familiar, porque es un hobby que sólo se traduce en la falta de horas de sueño, pero que relaja».