El Centro de Recuperación de Animales de Eivissa tiene este verano el cartel de 'completo', pues alberga en estas fechas una gran cantidad de aves autóctonas y de paso que quedan huérfanas o heridas al chocar con los tendidos, atropelladas, alcanzadas por tiros furtivos o en serio peligro por inanición. «Estamos en época de cría y la mayoría anidan en hoteles, así que ahora que abren los complejos los padres abandonan el nido y los pollitos quedan huérfanos». Las crías son acogidas en este espacio en el que las alimentan hasta que llegan al tamaño de adulto para, posteriormente, introducirlas en el voladero, un amplio recinto donde adquieren musculación de vuelo y aprenden a cazar, pues en él se introducen diferentes piezas vivas al gusto de cada ejemplar. Entre ellas, hígado o pechuga de pollo, saltamontes, pequeños ratones y hasta palomas, cumpliendo de este modo una segunda función: controlar la población, pues en el caso de las palomas, producen excrementos cancerígenos y son portadoras de plagas. «Aquí lo reciclamos todo», puntualiza Joan Escandell, operario municipal y encargado del centro que añadie: «Cuando tenemos aves ya mayores para soltar, metemos a los pollos más jóvenes para que aprendan de ellas». Unas enseñanzas que duran desde semanas hasta tres meses, dependiendo del caso particular, y que vienen reforzadas por su propio instinto. «A pesar de crecer en cautividad, luego se adaptan. Es su instinto salvaje. Además, siempre limitamos al máximo el contacto con nosotros para que no nos asocien con la comida», comentó Joan mientras observaba las jaulas de los cernícalos o falco tinunculus, alcarabanes o xebel.líns, y autillos o mussols del recinto, haciendo especial hincapié en un joven halcón peregrino que los forestales pusieron ayer en libertad. Irene Luján