C. A.
«No puedo fregar un plato, hacer la comida, ni coger la fregona. Mi marido, jubilado, y mi hermana me ayudan pero me dicen que no tengo nada, que estoy apta para trabajar». El testimonio de Ana Recio refleja la realidad de las personas afectadas por la fibromialgia. Ella forma parte de la Asociación de Fibromialgia y Fatiga Crónica de Eivissa y Formentera, que ayer presentó su memoria de actividades durante 2006.
La falta de reconocimiento de su enfermedad por la sanidad pública, las dificultades para obtener una incapacidad laboral y los problemas económicos, que supuso que en 2006 se suprimiera el servicio de fisioterapia y el psicólogo, son algunas de las dificultades del colectivo que nació en abril de 2004 con 36 socias fundadoras y ahora cuenta con 200 socias afectadas y 65 colaboradoras que ayudan con sus donativos a mantener los gastos de la asociación. «Necesitamos dinero», demanda Josefa Martín, la presidenta de la asociación.
Las actividades ofrecidas son fisioterapia, psicología, yoga y educación social con talleres de pintura y autoestima. Los profesionales trabajan media jornada «porque no nos podemos costear una jornada completa». Las afectadas necesitan, al menos, una atención de fisioterapia y psicológica «de ocho horas diarias, pero no lo podemos tener». Piden a «la sanidad pública que asuma la responsabilidad de que somos enfermos crónicos, son enfermedades muy devastadoras que limitan la vida social, laboral y personal; necesitamos que tomen conciencia». En su opinión, «si hubiera un tratamiento integral serio y riguroso habría menos bajas laborales».
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