La procesión en honor a Sant Josep. Fotos: SONIA GAITÁN

Un castel en honor al santo dentro de la iglesia durante la homilía, otro para coronar el final de la procesión, y diversas estructuras humanas con más altura y espectáculo para cerrar la mañana de festejos. La colla Castellers de Mallorca fue la nota destacada de los festejos de ayer en honor a Sant Josep, que congregaron a decenas de vecinos en la plaza de la iglesia.

Desde primera hora de la mañana, las calles del pueblo comenzaban a tomar color con la instalación de la feria de artesanía frente a la sede del ayuntamiento y con las terrazas de los bares, repletas de vecinos e iluminadas por fuertes rayos de sol, que introducían también este día de celebración que comenzó de forma oficial con la ceremonia religiosa. La homilía corrió a cargo del delegado del patrimonio eclesiástico y sacerdote de la iglesia parroquial del Rosario, Francesc Torres Peters, acompañado por 8 sacerdotes de la isla y del párroco anfitrión, Josep Lluis Mollá.

Durante la misa, el grupo infantil de castellers ofreció una construcción humana en honor al santo al ritmo de la gralla y la percusión, un espectáculo que se repitió más tarde a mayor escala, llegando a ofrecer pirámides humanas de hasta cinco pilares de altura.

Pero primero vino la procesión en honor al santo, con la imagen de Sant Josep y el niño Jesús cargada de flores y acompañada por los fieles, los sacerdotes, la representación política y la colla de Sant Josep de Sa Talaia. Las campanadas que hacía sonar manualmente el capellán de la iglesia y, en algún momento, el claxon de los coches que se habían quedado atascados a la entrada y la salida del pueblo, fueron la música de fondo de la procesión. Después llegó evi dolç y las orelletes, y comenzó la demostración del Grup Folklòric Sant Josep de Sa Talaia y de la de la colla de Castellers de Mallorca, que contó con la actuación de sus 140 integrantes, trasladados el fin de semana a Eivissa para actuar en el día grande y, de paso, para hacer un poco de turismo por la isla.

Luciana Aversa