La bióloga y actriz y el ex-stiper y prometedor modelo, en una imagen muy romántica tomada en el puerto deportivo.
Reportaje Gráfico: MANOLIN ARTIGAS

Mucho llovió desde que en Año Nuevo, Ana Obregón vino por primera vez con su novio Darek a Eivissa: portadas en las revistas y comentarios en muchísimos programas de televisión que no necesariamente se dedican al corazón; un desfile para en Cibeles con diseños de FrancisMontesinos, los deseos de felicidad de ex-novios de ella, las supuestas anteriores relaciones de él, y un largo etcétera mediático que hace que Darek sea ya más conocido que muchos famosos momentáneos que pasaron al recuerdo. Y aquí están otra vez, paseando la relación de moda por las calles de Eivissa.

La pareja llegó el viernes en un vuelo procedente de Madrid muy bien acomodada en primera clase. Un viaje que todo el pasaje del Imserso comenzó a disfrutar desde que ellos, muy rubios, muy fashion y con grandes gafas de sol, subieron al autobús que les llevaba desde la terminal de Barajas directo hasta el avión. Regalo del cielo para las señoras y pícaras miradas entre los señores, mientras que el resto no dudó en sacar sus teléfonos móviles y llevarse el primer souvenir de su viaje a la isla: una foto de la Obregón y su joven y apuesto novio polaco.

Por fin en vuelo, el trayecto continuó con dos largos desfiles que la bióloga y actriz ofreció para ir al baño de la parte trasera del avión, cuando por viajar en primera clase debía tener muy pero que muy cerca otro toilette en la parte delantera del aparato. Pero a quién le importa, si total, volver a verla pasar con esos pantalones negros de cuero con tachas y botas altas a juego ya daba para que muchos comentaran que habían volado junto a ella en cuanto llegaran a casa.

Luciana Aversa