CONCHA ALCÀNTARA
Una caída de caballo en 1999 la dejó tetrapléjica. Pasó un año en un hospital de Suiza y salió postrada en silla de ruedas, pero su discapacidad no le impide hacer una vida normal, como conducir su coche para ir a la Plaza del Parque de Eivissa o hacer la compra aunque, eso sí, con la ayuda de su perro guía, un labrador llamado Pumky, adiestrado para acompañar y ayudar a personas como Doris Schmitt.

Desde hace 30 años vive en una casa de ses Salines en el campo, con muchos animales como caballos, burros, papagayos, perros gatos «y, sobre todo, mosquitos», relata Doris, que no pierde la sonrisa pese a los avatares de su vida: el accidente y la posterior separación de su marido, un alemán que murió recientemente, y los problemas económicos, pero recalca que «ha luchado mucho para independizarse» tras el accidente.

La silla de ruedas no es un obstáculo para esta mujer, de 49 años, sino las dificultades en su entorno para hacer una vida autónoma con la ayuda de Pumky. El perro aparenta dormir cerca de su dueña, pero basta con una llamada para que el animal acuda en su ayuda.

La caída del caballo le rompió el cuello y la dejó tetrapléjica incompleta. Relata que tras el accidente pasó un año ingresada en un hospital de Suiza donde «no podía comer ni mover un dedo» y después de varios años, con mucho esfuerzo, volvió a recuperar parte de la movilidad en sus manos e incluso tuvo que aprender a escribir. «He trabajado mucho», insiste. Pasó una temporada en un centro especial, pero no fue nada positivo para su recuperación, ya que estaba sola y añoraba Eivissa donde están sus amigos y los animales. En 2004 regresó. «Cada día trabajo para ser más autónoma y y he intentado vivir sola», dice Doris, que vive de una pequeña renta y la ayuda de su madre. Una persona acude cada mañana a su casa para ayudarle en su higiene personal pero el resto del día es independiente. «Cocinar, irme a la cama y quitarme la ropa puedo hacerlo yo sola», afirma.