Santi Ribas es un ibicenco cuya afición le ha llevado a albergar entre las paredes de su casa una gran variedad de reliquias del motor. Aunque es el encargado del mantenimiento del faro de Botafoch, reconoce que su gran pasión es refugiarse en el garaje de su casa entre el olor a aceite y gasolina, las piezas casi de anticuario y los libros de mecánica para hacer que estas viejas glorias vuelvan a rugir como en su primer día. «Me hace más ilusión encontrar en una granja una moto abandonada e irla restaurando poco a poco que verla cuando ya está acabada y limpia», asegura Santi. Un arduo trabajo que implica gran dedicación y años de práctica: «Tuve que hacer muchos inventos y pruebas hasta aprender a pulir el aluminio, tener nociones de mecánica, tapicería... son muchas tardes en el taller y frente a los libros». Por ello, cada adquisición supone un nuevo desafío que se convierte, según este ibicenco, en «una obsesión». «He llegado a gastar más de diez millones de pesetas», eso sin contar las horas dedicadas a dar forma a lo que en un principio sólo eran viejos cacharros. «Para quitar un simple tornillo te puedes tirar dos días, otras veces una simple pieza cromada se mantiene en tan buen estado que con sólo limpiarla basta», comenta al respecto.
Irene LujánKilómetros de historia Cuidadas hasta el último detalle
Santi Ribas es un coleccionista que alberga en su casa ocho joyas del motor de varias épocas
23/01/07 0:00
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