El grupo de aprendices en el comedor del colegio de Labritja, donde aprenden a hacer las espardenyes.

Ya ves, tengo mucho trabajo» indicó Nieves y con un golpe de vista señaló a un grupo de personas que con paciencia y concentración tejían esparto alrededor de una mesa: una quincena de aprendices inmersos en un taller de espardenyes por pura necesidad porque como balladors y madres de integrantes de colles saben muy bien lo que vale un peine, o más bien, en este caso, lo que cuestan las espardenyes.

Entre las dos colles, la de Sant Miquel de Balansat y la de Sant Joan de Labritja, abarrotaron este taller que se hace por segundo año consecutivo y que tiene lugar los viernes por la tarde en el colegio de Labritja. Y no es para menos, entre lo difícil que es conseguirlas y lo caro que resultan cuando las encuentran (300 euros el par) han decidido aprender a hacerlas por sí mismos.

«Ahora comprendo porqué cuestan tanto; tienen su trabajo», comentó Juan Marco, desde hace 11 años ballador de la colla de Balansat: «Me las hacía una señora de Sant Mateu, pero murió hace un par de años», agregó mientras trenzaba el esparto de lo que será un par de espardenyes a estrenar en las próximas fiestas de su pueblo. Una ilusión que ya han vivido Lali y María, dos madres de balladors y balladores que han podido ver qué bien lucen sus hijas las espardenyes en cada encuentro de ball pagès: «Ahora falta el par de los chicos», agregó Lali, que ahora dedica su trabajo en este taller para su hijo.

Nieves Bonet Palau es la profesora y no sólo les enseña a hacerlas desde el principio sino también a restaurarlas:«Les intento inculcar que hay que respetar al máximo el calzado, que es como una joya, y que ya tienen que estar reventadas con un agujero en la suela para que no se puedan arreglar. Me llegan a traer antigüedades de todos los colores» destacó quien fuera alumna de la desaparecida Catalina Planells, conocida por todos como Catalineta, y famosa por ser tan buena en el arte de hacer espardenyes. «Y ahora tengo que enseñar lo que ella me enseñó», concluyó la profesora, que se dedica a explicar uno por uno a sus alumnos la forma de llevar adelante este trabajo artesanal pero muy necesario para la cultura y la tradición de la isla.Luciana Aversa