Tener entre 20 y 30 años, desembarcar en la isla y hacer la temporada conlleva un paso previo imprescindible para poder conciliar el sueño: encontrar una habitación de alquiler.
Por estos días, jóvenes llegados de distintas partes de la península y el mundo recorren las calles, fomentan el boca a boca y consultan en paneles de oferta y demanda para encontrar un alojamiento acorde a su economía, en una búsqueda en la que consultar en una inmobiliaria es el último recurso.
Según datos del Centre de Informació Jove del Ayuntamiento de Eivissa (Cijae), abril, mayo y octubre son los meses en los que este mercado alcanza su punto más alto. Los primeros, por aquellos que llegan con antelación para trabajar en verano, y en octubre, por los profesores y maestros que vienen para reiniciar el curso escolar. Se trata de un registro que la oficina lleva sobre los usuarios que consultan este servicio a través del panel de anuncios instalado en la sede o en su página web, y que sólo en lo que va del año ha contabilizado más de 700 consultas.
Pero los que se han convertido en improvisadas oficinas de oferta y demanda de pisos para compartir y habitaciones de alquiler son los locutorios. Espacios a los que muchos llegan atraídos por los paneles de anuncios instalados en casi todos ellos y donde aprovechan para utilizar los servicios de teléfono o internet para localizar un alojamiento.
«Vienen a preguntar todo el tiempo, empezaron a llegar, igual que el año pasado, a mediados de abril», comenta Eli, empleada del locutorio 'El Puerto': «Son sobre todo, italianos, argentinos y españoles», agrega.
«Sí, está lleno de carteles pero está todo ocupado. Hace tres días que estoy buscando», asegura también Dolores, una joven argentina llegada a isla por primera vez en busca de trabajo. «Piden 400 euros por habitación», comenta acerca de los precios que se pueden conseguir en estos meses y que van de 300 a 500 euros por cama o habitación, un valor que asciende considerablemente a partir de junio y que, según Mario, que comparte su piso durante toda la temporada desde hace cinco veranos, toca las nubes en julio y agosto: «Se puede pedir de 500 a 1000 por mes» señala.
Para este casero temporal, que también alquila por días «con un precio de 80 a 100 euros en pleno verano», arrendar una habitación es rápido debido a la gran demanda existente. «El teléfono no deja de sonar pero ya tengo las cuatro habitaciones alquiladas», destaca.
En el Cijae, los motivos de las personas que ofrecen compartir su casa van desde desahogarse en el pago de la hipoteca hasta buscar ayuda para pagar el alquiler. Un negocio que implica compartir la vida cotidiana y, que en el caso de Mario, sólo se puede hacer con una normas establecidas: «Tengo colgado un cartel que se llama 'Reglas de convivencia feliz', y en el que dice que no permito visitas ni platos sucios y donde pido que todo lo compartido esté bien limpio. Porque somos muchos y no tiene que haber roses», concluye.
Dolores lleva tres días de búsqueda, y Guillermo, colombiano residente en Eivissa, tardó un mes y medio en conseguir una habitación para mudarse de la casa de un pariente. Y eso que aún, buscar en esta época, es síntoma de previsión. L.Aversa
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