Dalt Vila Patrimonio de la Humanidad volvió a retroceder en el tiempo para ofrecer a sus visitantes un nuevo viaje de tres días por el medioevo.
El portal de ses Taules se abrió ayer con todos los honores del renacimiento por séptimo año consecutivo y durante su inauguración ofreció un espectáculo innovador de acrobacia a varios metros de altura en uno de los lienzos de la muralla. A cambio de la impactante teatralidad que la había caracterizado en los últimos años, la ceremonia contó con una actuación de música y baile a cargo del Patronato Municipal y del Centro de Danza. Después llegaron las piruetas del grupo 'Deambulants', cuyos integrantes dieron vueltas mortales y ofrecieron sus coreografías en posición totalmente perpendicular al suelo -y al cielo-, ganándose los aplausos de las miles de personas congregadas. Para ver mejor las autoridades y después el público escogieron la subida al rastrillo, mientras que la zona del Mercat Vell quedó reservada para las asociaciones de mayores y discapacitados que, como cada año, fueron acompañados por decenas de voluntarios.
El alcalde de Eivissa Xico Tarrés, en su discurso de inauguración, mencionó el esfuerzo que se hace para la recuperación de Dalt Vila y destacó la rehabilitación de Can Botino y de la Casa de la Cúria, así como la remodelación de las calles Joan Roman y Pere Tur, a punto de ser terminada, pero totalmente transitable para la feria.
Pero dentro de la ciudad amurallada, algunos balcones de vecinos recibieron a la marea humana con sábanas colgadas en las que se podían leer leyendas como «R.I.P. Dalt Vila» o «Patrimonio sin humanidad», que colocaron como protesta la Asociación de vecinos, comerciantes y propietarios de Dalt Vila, que aseguran «sentirse olvidados por las instituciones». Otra protesta, más sutil para el ojo del turista, fue la de algunas pageses, que decidieron asistir a sus stands de artesanía local con las vestimentas tradicionales de luto para manifestarse en contra de las autovías.
Ambiente de otra época
Los aromas a esencias e infusiones, el ambiente callejero de otra época, los saltimbanquis, las bailarinas, los músicos, los arlequines, los malabaristas. En fin, toda la animación que cada año recrea los días de otro tiempo vuelve a ser el corazón de una feria que tiene forma y cuerpo de artesanía. Ya en la calle Aníbal el público se deja sorprender por una exposición de llamas, pavos reales, gallinas y cabras, y por algún personaje estrafalario y otros mendigos medievales. Por allí pasa también Foc i Fum, cuyos integrantes llevan largas narices, un carro para recaudar impuestos con quesos y gallinas colgadas y que van acompañados por un guapo travesti deseoso de quitarse el cinturón de castidad. También hay una danzarina árabe junto a cuatro percusionistas africanos y tres espectaculares acróbatas que vuelan a saltos por el cielo. Los tambores y las flautas de 'Els Berros de la Cort' también se escuchan a cada rato por toda la feria y dos saltimbanquis hacen de las suyas e interactúan con el público. Porque por hacer malabares que no quede, y eso también aprendieron tres vecinitos de Dalt Vila, que abrieron la puerta de su casa, pusieron la gorra, e hicieron sus propios pinitos con aros y pelotas para hacer un dinerillo.
El zoco árabe este año se puede encontrar en el baluarte Santa Llúcia, donde las jaimas oficiaron ayer de centro de recepción para un grupo de 29 de agentes de viaje de la Unió Catalana d'Agències de Viatge Emissores (Ucave) que fue recibido por el alcalde.
La zona de recreo para niños también está ubicada en el baluarte, que este año estrena juegos de madera, un periscopio para enanos y un taller de barro, entre otros atractivos. Los artesanos ofrecen sus productos en madera, cuero y bisuturía; los vendedores hacen lo propio con las esencias, las infusiones y las hierbas medicinales, y los adivinadores y tarotistas predican pasado, presente y futuro con las runas y la lectura de manos.
Las carnes a la brasa, los dulces, las bebidas y los tés forman parte de la amplia oferta gastronómica de la feria que también se puede llevar a casa empaquetada y lista para saborear.
Luciana Aversa
Reportaje Gráfico:
Marco Torres
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