Por más que la frase se repitiera entre los menos marchosos, no se trata de una noche más, y así lo demostraron miles de ibicencos que entre fiestas en domicilios particulares, cenas en restaurantes y copas en los locales nocturnos demostraron que la tradición es la tradición y que la noche de transición de un año a otro tiene que ser mágica. Hubo, sobre todo, alegría y los incidentes menores no lograron enturbiar la Nochevieja de 2005. Miles de felicitaciones pasaban de unos a otros en forma de besos, abrazos, apretones de manos y llamadas y mensajes telefónicos; todo para agasajar la llegada del año.

El recinto ferial fue, de nuevo, el punto en el que se esperaba una mayor afluencia de gente, aunque, como los últimos años, volvió a estar animado sin resultar agobiante. Es un entorno para todos los públicos que, precisamente por eso, no logra congregar las multitudes de jóvenes que sí tuvieron algunos locales de moda, que, también fieles a la tradición, hicieron su agosto con entradas de prepago y precios ligeramente más elevados, circunstancias que rápidamente se olvidaron gracias a la selección de músicas que han quedado para siempre en la memoria asociadas al año que nos acaba de dejar. En el recinto, animado concierto de New Epoca, con versiones de temas conocidos que animaban al baile.

También Santa Eulària, Sant Antoni, Sant Josep y Formentera tuvieron su propia cita promovida por sus respectivos ayuntamientos en sendas carpas, que, al igual que sucedió con el recinto ferial, sedujeron más a los grupos que no querían complicarse demasiado la vida ni ir de acá para allá y sí encontrarse con vecinos y conocidos para desearles lo mejor en los próximos 365 días, voto que, con toda seguridad, repetirán en la próxima Nochevieja.

Para quien seguro que tuvo un sabor especial fue para la ibicenca Mónica Marí, que entró en la historia al ser la encargada, junto a su compañero Carlos Hernández, de dar la primera entrada de año que hace IB3, en este caso, precisamente, desde Santa Eulària.