E. R. / J. J. S.
Las lluvias de esta época del año, tan características de las Pitiüses, son muy buenas para la siembra de cultivos de forraje y cereales, según apuntan desde la cooperativa de Santa Eulària. «Si se siembra ahora, el agua que ha caído es suficiente para que la planta brote», explica Antoni Ferrer, gerente de esta cooperativa. Muchos agricultores optaban antes por una siembra más tardía, entre enero y febrero, lo que condicionaba la cosecha a las lluvias de principio de año.

La huerta también sale beneficiada de estas lluvias, especialmente el cultivo de cítricos, puesto que el agua limpia el fruto, aparte de llevarse los restos de las plagas, según informa José Mayans, gerente de Agroeivissa. El agua elimina el polvo de las hojas y ayuda a oxigenar la planta.

Los agricultores consultados por este periódico coinciden en que las lluvias no pueden fallar en esta época del año. Las lluvias registradas desde septiembre, y en especial el fuerte aguacero del fin de semana de la segunda quincena de septiembre, con más de 150 litros por metro cuadrado, han invertido el balance negativo del año hidrológico, que abarca del 1 de septiembre al 31 de agosto. En ese periodo (2004-05), Eivissa registró 359 litros de agua por metro cuadrado, lo que supone un déficit pluviométrico de un 15 por ciento respecto a la media.

Sin embargo, en poco más de un mes, la situación ha cambiado sustancialmente. Si nos atenemos a los datos interanuales (es decir, nos remontamos un año desde ayer mismo), Eivissa cuenta con un superávit de un 30 por ciento, muy por encima de las cifras de Mallorca, que supera su media anual en un 2 por ciento, y que Menorca, que sigue en números rojos (-8 por ciento).

El cambio radical en la tendencia de Eivissa se debe, según el Centro Meteorológico de Balears, a los 150 litros recogidos el 17 de septiembre. Aquel día llovió en la isla de Eivissa prácticamente la tercera parte de lo que suele llover en un año. En cualquier caso, Balears no sufre la sequía que azota a la Península. Sólo Menorca alcanzó registros de sequía, pero sin sobrepasar un déficit del 20%, cuando en algunas zonas de la Península se supera el 50%.