Seguro que a ellos les pasa lo mismo cuando usamos cuchillo y
tenedor para comer rollitos de primavera, pero ver a algunos chinos
usar los palillos como cubierto con la coca y el flaó no puede más
que sorprender.
Comidas normales para nosotros que aquí son tan exóticas como en
nuestras islas comerse una medusa con patatas fritas. Así que la
muestra de gastronomía organizada por el Govern balear dentro del
programa 'Cinco Estrellas Shanghai' fue para los invitados todo un
viaje a un mundo desconocido para ellos.
El Gran Teatro de la ciudad volvió a acoger ayer actos de
promoción de la comunidad para dar a conocer los productos típicos,
aunque esta vez se trataba de alimentos y cultura. Unas 200
personas disfrutaron en el escenario de una de las grandes salas
del edificio del concierto de música y danza en el que participaron
el barítono menorquín Lluís Sintes, la soprano mallorquina Isabel
Rossello y el pianista David Mohedano, acompañados por los
bailarines Juan Luis Cruz y Mayka Barrientos.
El público siguió atentamente las piezas interpretadas, entre
las que había algunas del repertorio isleña además de una selección
de romanzas de zarzuela. Un 'sonador' vestido con traje típico
acompañó al pianista dando un toque muy pagès al escenario. Los
asistentes siguieron con interés la actuación, pero no con tanto
como minutos más tarde lo hicieron en el salón donde se había
preparado la muestra de productos típicos. Muchos de ellos se
abalanzaron con premura sobre las mesas donde se habían dispuesto
algunas de las recetas más representativas traídas desde Eivissa,
Formentera, Mallorca y Menorca. Primero probaban y después
examinaban atentamente, aunque alguno ni eso: simplemente engullía.
Cocas de verduras, flaó, frita, almendras y espinagada eran, entre
otras cosas, atacadas con intensidad mientras la gran pantalla
gigante de la sala proyectaba imágenes de un vídeo promocional.
Vinos blancos y tintos para acompañar, algunos de ellos mostrados
en el gran bodegón que se montó en el centro para exponer productos
entre los que había frigola, hierbas ibicencas y quesos. Un
producto este último que no gozó de demasiada aceptación, pues las
bandejas de brochetas de queso de Maó quedaron prácticamente llenas
y los trozos que faltaban habían sido ingeridos por miembros de la
expedición española. Y a las que le faltaba la sobrasada, la cual
no fue posible traer debido a las estrictas normas aduaneras con
ciertos productos, entre ellos la carne, que debe pasar un periodo
de cuarentena.
Es curioso el rechazo que tienen los orientales a los lácteos,
un alimento básico en la dieta de los occidentales y que en ellos
causa la sensación que a nosotros ver a alguien tomar un vaso de
saliva de vaca, por ejemplo.
No faltaron las escenas curiosas, como es habitual cuando se
observa a alguien que se adentra en un mundo desconocido. La
pericia con los cubiertos era casi nula y muchos recurrieron a los
palillos para apresar porciones de coca, la cual cortaban en trozos
pequeños, o a cucharas de cerámica curvadas para comer almendras de
seis en seis. Otros no daban rodeos y utilizaban las manos
directamente, qué raros son estos españoles, debían pensar.
Pero por lo que se vio, la comida les gustó. Algo interesante
dado que la mayoría de los invitados eran empresarios y
profesionales de la hostelería. Ahora falta que se animen a
utilizar estos productos en sus recetas.
Iván Muñoz
(Enviado especial
a Shanghai)
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