El accidente de las obras de desdoblamiento de la carretera de Valldemossa guarda una enorme similitud con la destrucción de un tramo de más de 10 metros de un acueducto romano, que antiguamente conducía el agua hasta la ciudad, ocurrida este verano como consecuencia de las obras de ampliación del segundo cinturón de ronda.

Aunque no está protegida por la administración, la pérdida de una parte de esta valiosa pieza del legado de la época romana de Eivissa levantó una polémica en el último pleno del Consell, en el que el conseller insular de Patrimoni, Joan Marí Tur, aseguró que los desperfectos fueron producidos como consecuencia de «un fallo de la empresa constructora» y que ésta pidió disculpas. «Todos somos humanos», justificó Marí Tur, que añadió acto seguido: «No se preocupe [le dijo al conseller Miquel Ramon] que lo que queda del acueducto será salvado».

Precisamente, la Comisión Insular de Patrimonio celebrada el 9 de septiembre acordó preservar, al amparo del informe realizado por un arqueólogo, el tramo de acueducto intacto, aunque el conseller de Patrimoni hizo caso omiso a la petición hecha por el Pacte para que se abriera un expediente sancionador a la empresa constructora Matías Arrom Bibiloni (MAB), que tiene la obligación de contar con una supervición arquológica de las obras. El Pacte arremetió duramente contra el conseller en el pleno por anteponer los intereses de una empresa constructora a los del patrimonio de la isla. «Vergüenza le tendría que dar», le reprochó el conseller progresista Miquel Ramon.

Cierto es, así, que el caso de la destrucción de la acequia de Valldemossa guarda un parecido con el del acueducto romano próximo al segundo cinturón, pero mientras el Consell Insular de Eivissa y Formentera acepta las disculpas de la empresa, que comete «un fallo humano», el Consell Insular de Mallorca, gobernado por Unió Mallorquina, ordena la paralización de las obras hasta que no se tenga un proyecto de restauración del tramo dañado de la acequia, aparte de abrir un expediente informativo, que, según el conseller insular de Patrimoni, Joan Mas, podría derivar en un expediente sancionador «si se observa alguna irregularidad».

Asimismo, quizá por eso de suceder en Mallorca, la Conselleria balear d'Obres Públiques lamentó el accidente de la acequia y se comprometió a ofrecer «toda la colaboración posible para encontrar una solución viable a un incidente que ha puesto en peligro el patrimonio de las islas». En cambio, aquí, en Eivissa, no se sabe si la Conselleria d'Obres Públiques, que también es quien ejecuta las obras del segundo cinturón, ha pedido disculpas y ni siquiera si está al tanto de lo sucedido. En el caso del segundo cinturón, el Pacte también lamenta el daño ocasionado a otros elementos del patrimonio, como una cisterna púnica utilizada durante la época romana y bizantina (hace más de 1.000 años), que no fue excavada ni documentada; parte del camino viejo de Puig d'en Valls, protegido mediante la figura de Bien de Interés Cultural (BIC); y una necrópolis rural romana con 20 tumbas, que los arqueólogos recomendaron conservar in situ, pero que finalmente fue arrasada por las máquinas.