Ha tocado varias veces en Eivissa, pero hace tanto tiempo de la última que ya ni se acuerda. Por eso esta noche, en el concierto que dará en Sant Miquel con motivo de las fiestas de la localidad, saldrá a «arrasar», como asegura hacer allá por donde va. También fuera de los escenarios, porque a pesar de llevar casi 30 años en el mundo de la música, José María Sanz «Loquillo» sigue conservando su espíritu rebelde. Sin pelos en la lengua, no se anda por las ramas a la hora de criticar aquello que no le gusta del mundo en el que vive. Una dureza que para algunos es sinónimo de prepotencia pero con la que otros se sienten identificados. Compareció ante los medios con su sempiterno traje negro, todo un uniforme para él, como ya plasmara en una canción. Un atuendo más propio de ciudades grises que del azul que reinaba tras la mesa de la terraza del restaurante de platja d'en Bossa donde se dio la rueda de prensa. Una muestra más de que él no se rinde ante nada ni nadie. «Venimos a demostrar que somos la banda de rock más importante de los últimos años en España por trayectoria, actuaciones y ventas. Eso es lo que nos avala», arguye. No le importa que Eivissa ahora sea conocida por otro tipo de música, y recuerda como en su ambiente la isla era conocida por ser uno de los primeros lugares en España donde se apostaba por la música del país: «el San Pepe Rock era un lugar y una cita obligada», expresa. Cree que Eivissa es un buen lugar para reconquistar: «Aquí se lleva 15 años escuchando música technno. ¿Dónde se ha visto que un dj sea la estrella? Es patético. Un dj sirve para ligar, yo lo hacía para conocer chicas cuando tenía 15 años. Pero convertirles en estrellas es patético. Cierta parte de la tecnología se ha empleado para convertir a toda una generación en eunucos culturales. No van a poder recordar nada, sólo un chunda chunda sin ninguna letra. Afortunadamente yo tengo buenos recuerdos de mi adolescencia. Afortunadamente la gente que ha escuchado rock y pop tendrá algo que recordar. Siempre habrá una música para la gente que no le guste la música: esa función la ha ocupado el techno», afirma.

Para llevar a cabo esa reconquista de la que habla, esta noche echará mano de su amplio repertorio, aunque advierte de que no recurrirá a ciertos éxitos: «Hay canciones que aguantan el paso del tiempo y otras no. El 70 por ciento de nuestro repertorio no tiene más de 10 años, y no tengo porque sentir algo que he escrito hace 15 años porque no soy así ya. No entiendo la música si no la sientes. Sería patético cantar «Tengo un camión», ahora diría «quiero un Aston Martín». Es bueno revisitar épocas, pero no vivir de ello. Hay muchos colegas que están haciendo el ridículo por hacerlo».

Loquillo se siente orgullo de haber sobrevivido a una industria discográfica cambiante y traicionera: «Hoy en día las discográficas no apuestan por nadie. El mundo de la música está cambiando y recomponiendo, no tiene nada que ver con lo que yo viví en el 77. Simplemente cada 5 ó 6 años hay una limpieza y una vuelta de tuerca. Hemos pasado de una época en que la gente que se dedicaba a la música vivía por y para ella a otra en la que es simplemente un negocio. Hoy en día es muy difícil que una banda joven pueda grabar un disco, y a gente como Bruce Springsteen, John Cougar o Bob Dylan, ni siquiera les grabarían ni una maqueta», opina.

Un momento duro para el mundo de la música y para el rock, pero que según Loquillo es consecuencia del momento de escasa calidad cultural que vive nuestro país: «El panorama es muy sencillo: España ve Torrente, Gran Hermano, Salsa Rosa, compra discos de Melendi, que dice que no lee libros... No es el mundo del rock, es el de la cultura en nuestro país el que está por los suelos». La supervivencia de bandas como la suya se explica gracias al escaso pero leal público que está detrás de ellos y el empeño en su trabajo. I. Muñoz