Todas estas condiciones propiciaron que el fuerte aguacero del
fin de semana, con un registro de 150 litros por metro cuadrado,
provocara el desmonte de la ladera y el derrumbe del bloque de
apartamentos y la ruptura de la carretera de acceso a la
urbanización en dos puntos y de dos inmuebles, que fueron
arrastrados al menos 20 metros montaña abajo. El director de HO
Geofísica balear, Raimundo Gómez, que ayer inspeccionó sobre el
terreno las consecuencias del corrimiento, describe así las
circunstancias y el mecanismo que se llevó parte de la montaña.
En abril ya hubo un corrimiento de tierra (ver gráfico) que
levantó parte de la carretera, pero no afectó a la vivienda porque
no llegó hasta la base de los micropilotes sobre los que se asienta
la estructura. Entonces, Raimundo Gómez ya advirtió a los
propietarios de la necesidad de instalar con urgencia
muro-pantallas para contener el deslave. «Ya dije que no llegaría a
otoño», recuerda. Propuso cinco muros enterrados 20 metros bajo
tierra en distintos puntos de la ladera, pero, según recuerda, «no
quisieron hacerlo y contrataron a otra empresa especializada». Ésta
(JOLSA) es precisamente la que realizará ahora el estudio de
consolidación de la montaña para su futura reconstrucción.
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