Residentes y turistas sustituyeron el domingo de playa por un
paseo por las calles de Eivissa, que se vieron concurridas durante
todo el día por ciudadanos ataviados con chaquetas, mangas largas y
paraguas en mano, por la permanente amenaza de lluvia. La otra cara
de la tempestad, la sufrieron aquellas personas que, sorprendidas
por los cambios de la climatología, encontraron sus vehículos
anegados en los distintos aparcamientos disuasorios de la ciudad.
En muchos casos, eran los propios aparcacoches los que, sin dudarlo
ni un momento, se disponían a sacar del inmenso charco los
vehículos de los 'clientes'. Sin duda alguna, es Prat de Vila fue
una de las zonas más perjudicadas.
En Formentera, el torrente de Cala Saona inundó la playa y se
llevó alguna hamaca que rápidamente fue recuperada por el
concesionario de turno y aunque, el agua marcó al principio de la
playa un amplio reguero, afortunadamente no se reprodujeron las
escenas dantescas de hace cuatro años aproximadamente. Pero la peor
parte se la llevó es Pujols donde los bombero trabajaron a lo largo
de toda la mañana y buena parte de la tarda achicando agua de
distintos sótanos, garajes e incluso de algún establecimiento
turístico. El río en el que se convirtió la PMV-820-2 a la entrada
de es Pujols se dividió en dos partes, una que a través de la
Avenida del Mediterráneo llegó hasta el paseo marítimo y por ende
al mar, y otra que a la altura del Edificio Sa Mirada se desvió
hacia la izquierda dejando completamente anegado el camino que ha
de ser la futura vía de circunvalación de es Pujols.
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