No levanta ni un metro del suelo, pero Juanjo, un niño de apenas 5 años, se las ha ingeniado para hacerse con un llamativo estuche de colores situado en una de las repletas estanterías de la librería Hipérbole. «¡Te he dicho que sueltes eso, que hoy hemos venido a comprar solamente las cosas que vienen en la lista!», exclama su madre ya con impaciencia mientras espera en la cola para pagar los libros que sujeta entre sus manos. Patalea y solloza, pero imperturbable, su madre mira hacia otro lado hasta que el pequeño se cansa. La escena se repite durante estos días varias veces en éste y otros establecimientos de la isla. Además de los manuales establecidos por los centros educativos para seguir las clases, las tiendas contienen decenas de reclamos que llaman la atención de los diminutos estudiantes. «Curso nuevo, material nuevo», sería la adaptación del refrán utilizado por los mayores a principios de enero. No todos los progenitores pueden exhibir la dureza de la madre de Juanjo y terminan cediendo a sus caprichos.
A por los libros y lo que caiga
Sin que hayan empezado todavía las clases, cientos de estudiantes se lanzan a los establecimientos para comprar el material
13/09/05 0:00
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