GUILLERMO ROMANÍ
Las apuestas de los diseñadores seleccionados para participar en el
31ª edición del desfile de modelos Adlib dejó ayer constancia en
Formentera de forma obvia una ruptura que ya se iba produciendo de
forma lenta aunque paulatina en los últimos años con la
introducción de colores fuertes como el rojo en el que algunos
vestidos no parecían encajar demasiado con la idea original de
Adlib.
Los crudos, grises, ocres y, sobre todo, los azules en una gama
casi infinita fueron los colores predominantes en la pasarela
tendida sobre la piscina del complejo vacacional Maryland al final
de la playa de Migjorn. Pero sólo once de los diseñadores
pertenecientes al colectivo de casi treinta creadores de lo que se
viene en denominar Adlib participaron en el desfile a propuesta de
un comité de expertos en moda que, curiosamente tenía como grandes
gurús a gente de la capital del Estado y que, probablemente poco
imbuidos están de la peculiar filosofía de las Pitiüses, tanto en
materia de cómo nació Ad lib como en lo que es el diseño o la
creatividad ya que se premiaba más la permanencia en el tiempo, la
trayectoria que la originalidad que pudieran aportar los creadores.
Además, se hizo patente la ausencia de los tres diseñadores
formenterenses que en otras ocasiones habían formado parte del
desfile y que sin embargo ayer brillaron por su ausencia;
curiosamente los tres políticos que hicieron parlamentos variados
antes de iniciar el desfile en sí, aludieron, con diversas
filigranas lingüísticas la ausencia de los que deberían haber sido
profetas en su propia tierra, deseando que el próximo año vuelvan a
estar algunos de ellos en la lista de los elegidos no se sabe muy
bien cómo.
El acto fue también conducido por la presentadora de televisión
Sonia Ferrer y los políticos que intervinieron con parlamentos
protocolarios fueron el alcalde Formentera, Isidor Torres, el
vicepresidente del Consell Insular y conseller por Formentera, Pep
Mayans, y, finalmente el presidente del Consell d'Eivissa i
Formentera, Pere Palau.
Se notó a faltar el calor que otras ediciones de Adlib había tenido
en la sociedad formenterenses ya que fueron muy pocos los que se
acercaron al Maryland para contemplar el desfile, probablemente por
la nula publicidad que se había hecho respecto al evento y,
también, por la ausencia de protagonistas autóctonos; así poco más
de doscientas personas, a lo sumo trescientas, se congregaron
alrededor de la piscina que servía de escenario y hay que tener en
cuenta que muchos de los espectadores eran clientes del propio
complejo vacacional.
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