Incendios que acaban con miles de hectáreas de vegetación y vidas humanas. Jaime Botella, de profesión inventor, está ya cansado de ver cómo los esfuerzos de las autoridades para combatir el fuego son inútiles. «Me pongo nervioso cuando veo por televisión gente apagando incendios sin conseguirlo», reconoce. Por eso hace ya veinte años que ideó dos artilugios que según él serían de gran ayuda para las brigadas forestales. Escribió a autoridades y medios de comunicación, pero al no hacerle nadie caso abandonó su lucha por darlos a conocer. Ahora, el trágico suceso de la provincia de Guadalajara le ha hecho retomar el asunto. Se trata de un avión y un artilugio que ha bautizado como «el colibrí». Asegura que el primero de ellos, por sus características, sería más efectivo que los Canader para determinadas situaciones. Dice que alcanza una velocidad de 150 kilómetros por hora con 60 de pérdida, puede aterrizar en sólo 60 metros y transportar 100 litros de agua. «Mientras que la hora de vuelo de un helicóptero tiene un coste de 80.000 pesetas, la de cada avión de estos sale sólo por 2.000», explica Jaime, que añade que cada unidad se podría fabricar por 3,5 millones de pesetas. «Con varios de estos aviones se podría perfectamente controlar la zona e ir guiando al personal de tierra para que sepan por dónde avanzan las llamas», asegura.

Este valenciano residente en Eivissa tiene el título de constructor de aviones, pero le gusta definirse a sí mismo como inventor. Es «el colibrí» su otra joya antiincendios. Se trata de una antena incorporada a un tubo de unos 2 metros y medio de longitud que por mediación de un motor permite dar golpes en el suelo: «Es capaz de dar 1.500 al minuto, y con él se puede controlar el avance de las llamas. Si cada hombre llevara uno se podrían extinguirlos incendios en cuestión de momentos y sin esfuerzo», cuenta.

Jaime se define como un «guerrero ecológico» que está a la disposición de las autoridades para desarrollar sus prototipos. Todo por salvar el ecosistema y, lo que es más importante todavía, la vida de quienes pelean por conservarlo. I.M.