El concierto más esperado de las fiestas de Sant Jaume, el de
Jarabe de Palo, no defraudó a los asistentes pero evidenció la
urgencia de que Formentera cuente con un recinto para grandes
eventos. Jarabe de Palo se superó y congregó a unas 2500 personas,
aunque los cálculos variaban en un centenar arriba o abajo, que no
pudieron reunirse en la plaza y se limitaron a escuchar que no ver
a Pau Donés y su conjunto.
La actividad nocturna comenzó con el conjunto local 4 de Copes
que ofreció lo más variado de su repertorio, desde piezas propias
hasta versiones de éxitos del rock como «All shook up» de Elvis y
tras una hora de excelente rock con alguna que otra balada y una
canción en la que se hizo participar al público, que respondió con
ganas, dieron el puntazo de la noche al subir, al escenario uno de
los componentes de Cruz y Raya que aseguró haber compuesto esa
misma tarde una canción que iba a estrenar y tocó los acordes de
«La flaca» , enfadándose cuando el público comenzó a tararearla
pues aseguró que alguien se había chivado. Después hizo lo mismo
con una canción de Manolo García y tras contar un par de chistes se
atrevió, guitarra en mano y en solitario con dos versiones
potentes, una de Joe Cocker y después con «Another brick in the
wall» de Pink Floyd.
Tras un breve lapso subió al escenario Pau Donés, líder de
Jarabe de Palo acompañado por el alcalde de la isla, Isidor Torres
y el concejal de Turismo, Cándido Valladolid, que le hicieron
entrega del diploma de Embajador turístico de Formentera que Donés,
afincado en la isla desde hace cinco años, agradeció
profundamente.
Y mientras los políticos descendían del escenario se colgó la
rítmica al cuello y empezó, con la banda al completo, «1m2» canción
que da título a su último trabajo discográfico. Tras ella dos
cortes de ese mismo disco y a partir de ahí, con un público
totalmente entregado, alternó sus grandes éxitos con piezas de
«1m2» .
Como era de esperar la última canción prevista era «La flaca» a
la que siguieron los correspondientes bises en una actuación que
duró aproximadamente hora y media y que entusiasmó a los
incondicionales, gustó a la mayoría y no agradó a quienes no les
gusta la música que Jarabe de Palo compone.
Donés hizo a lo largo del concierto cómplices guiños a los
formenterenses cubriendo esa deuda pendiente que era la de actuar
por fin en la isla que lo acogió hace un lustro.
Los únicos peros a la actuación fueron, además del agobio de los
apretujones, aunque hay quien dice que con el roce nace el cariño,
y las deficiencias del sonido que retumbaba en una plaza con
edificios en los cuatro costados y martilleaba con los graves de
forma que en algunos momentos más que un concierto al aire libre
parecía una discoteca de chumba-bumba .
Guillermo Romaní
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