«Empiezan jugando a darse collejas, pero hay uno que recibe más que
lo demás». Así describe un docente cómo empieza a surgir el acoso
escolar en los centros. Un fenómeno al que Eivissa no es ajena y
que ha provocado varias expulsiones de alumnos en un centro
educativo de secundaria de la isla. «Lo único que piensas es que
son gamberradas de niños; empiezan jugando, pero acaban pegándose»,
recuerda un docente. Las rencillas siguen en el recreo, en los
baños e incluso en los alrededores del instituto.
Una vez que se detecta el problema, hay que actuar lo más rápido
posible. En menos de 15 días se resolvió el caso en un instituto
con la expulsión de los alumnos conflictivos. «El centro volvió a
ser una balsa de aceite», recuerda un profesor. La detección y una
intervención rápida es una buena herramienta, pero el fenómeno no
es un caso aislado y afrontarlo es, en ocasiones, una cuestión
compleja. «Se nos ha venido encima una problemática a la que no
estamos acostumbrados», añade ante esta situación que 'revolucionó'
el instituto de secundaria en dos semanas.
En otro centro educativo que detectó dos casos de acoso, uno de
ellos acabó con amistad entre el acosado y los acosadores. Un
servicio de mediación y entrevistas con los padres allanaron el
camino. Los problemas surgen en los primeros cursos de ESO en
edades muy tempranas, de 12 y 13 años.
Siete centros educativos fueron consultados acerca de la
incidencia debullying en las aulas. Dos de los cuales confirmaron
que habían tenido casos de acoso escolar el curso pasado. Los
profesores son muy conscientes de este problema y se muestran
preocupados. Algunos, como el Quartó de Portmany, han pedido al
centro de profesores un curso de formación sobre acoso escolar para
tener un programa en el centro. «Somos casi 90 profesores y todos
vimos la conveniencia en llevar un programa concreto. Tenemos que
estar preparados», dice uno de los jefe de estudios. «Hay que ser
intolerante ante cualquier agresión. Estar muy encima e intervenir
si hay algún conato de pelea», aseguran desde el Xarc de Santa
Eulària. En el Algarb de Sant Jordi también comparten la idea que
«no hay que ser tolerante con el acoso».
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