La Cofradía de Pescadores de Formentera está pendiente de las
evoluciones de la flota de remolcadores de jaulas de atún que desde
hace unos días están en las inmediaciones de la isla sin respetar
la batimetría 200, que es su límite para acercarse a Formentera.
Los remolcadores de jaulas no pueden acceder a aguas en las que no
se llega a los 200 metros de profundidad ya que ésta es la zona en
la que opera la flota artesanal formenterense.
Por el momento se ignora si los remolcadores han causado daños,
ya que el estado de la mar ha impedido a los pequeños llaüts
dirigirse a las zonas en las que tienen sus boyas que marcan la
posición de las redes, y creen que aún tardarán unos días en poder
comprobar si los remolcadores se han cargados sus artes de
pesca.
El patrón mayor, Josep Juan Torres reconoce que «en las dos o
tres últimas campañas los daños que hemos sufrido han sido mínimos
y en su mayor parte recuperados económicamente», remarcando que
ello se ha debido a que esos años «la migración del atún que entra
por el estrecho de Gibraltar procedente del Atlántico para desovar
en el Mediterráneo se había producido muy cerca del litoral norte
de Àfrica», por lo que las flotas centraron su pesca en esa
zona.
Juan Torres indica además que «este año parece ser que la
migración se está produciendo más hacia el norte y por eso
Formentera y sus aguas vuelve a convertirse en centro de
operaciones no sólo de la flota, sino también de los remolcadores».
A ello se añade la circunstancia que cada año son más los países, y
con más barcos, los que se dedican a la captura del atún rojo cuyo
destino final es el mismo, previo paso por las granjas de engorde
en la costa de Murcia o Argel. La producción acaba en la lonja de
Tokio donde es un manjar muy apreciado y del que se obtiene un alto
beneficio.
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