La UA 12 de ses Feixes está formada por 12 propietarios y comprende una franja de 27.500 metros situada en el vértice de la rotonda de Pachá.

El magistrado-juez del Juzgado de Instrucción número 3 de Eivissa, Pablo Mendoza, ha rechazado la querella presentada hace una semana por los propietarios de la Unidad de Actuación 12 de ses Feixes d'es Prat de Vila contra el alcalde de Eivissa, Xico Tarrés, y el concejal de Urbanismo, Vicent Torres, por un supuesto delito de prevaricación. El juez considera que los hechos que se le imputan a Tarrés y Torres no son constitutivos de delito ni falta.

Los querellantes alegaban en su querella que Tarrés y Torres han actuado con «ánimo de perjudicarles en la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU)» aprobado inicialmente el pasado 15 de diciembre. No obstante, el juez recuerda que «el derecho penal es el último ratio, el recurso último del ordenamiento jurídico» y, en este sentido, apunta que el planemiento urbanístico aún no ha sido definitivamente aprobado y, por tanto, por el momento «carece de efecto jurídico alguno y no ha afectado a los derechos de los querellantes». El auto especifica que existe jurisprudencia que señala que «sólo pueden ser prevaricadoras las resoluciones definitivas».

Tampoco entiende el juez por qué sólo se acusa a Tarrés y a Torres y se deja de lado a los concejales que votaron a favor de la aprobación inicial del PGOU. Argumenta que la presentación de la querella ha sido precipitada y que parece «un intento de presión para que la modificación [del PGOU] se impulse o no se impulse en un determinado sentido». «Sólo el arbitrio acuerdo de aprobación definitiva del plan podrían constituir la prevaricación que aquí apresuradamente se denuncia», dice. El auto no entra en si la modificación del planeamiento urbanístico es legal o no, ya que entiende que es «un problema que debe discutirse por el momento en el ámbito administrativo». No obstante, el juez abunda en sus consideraciones al afirmar que, en todo caso, «la infracción administrativa alegada no aparece, ni mucho menos, tan grosera, manifiesta y evidente como se dice por la parte querellante y como la comisión del delito requeriría».