La jornada amaneció gris, pero eso no deslució la celebración del Domingo de Ramos, que conmemora la llegada de Jesucristo a Jerusalén y que abre la Semana Santa en todo el mundo cristiano. En las Pitiüses la principal cita tuvo lugar en la Catedral, donde, como manda la tradición, los ramos pusieron la nota de color en los oficios religiosos. Allí se dieron cita centenares de fieles, que quisieron dar continuidad a una tradición de siglos que tiene un especial significado de esperanza para los católicos. Sobre las diez y media de la mañana comenzó la misa en la que se bendijeron los ramos y palmas llevados por la congregación. El ritual se repitió en todas y cada una de las parroquias de la isla y dio pie a una jornada especial para muchos, que también quisieron cumplir con el dictado del dicho «quien no estrena algo el Domingo de Ramos se le caerán las manos». Antes se decía que era la mejor manera de comenzar la Semana Santa. R. U.