El ya había vivido en otro faro cuando era pequeño, el de la
Mola, y, salvo por los intervalos tiempo que invirtió en sus
estudios para prepararse como técnico en señales marítimas, siempre
había dormido bajo alguno de estos grandes señalizadores del mar,
como también fue el de Sant Antoni y ahora es el de es Botafoc,
donde en el mes de junio hará ocho años que está en él.
Santiago Ribas Ribas y Nieves Torres Ramón son una pareja de
ibicencos que trabajan en estrecha conexión con las leyes del mar:
ella es administrativa en la oficina del Puerto Deportivo Ibiza
Nueva y él es técnico en señales marítimas de la Autoritat
Portuària y encargado de cuidar de todos los faros de Eivissa y
Formentera.
Tienen un hogar muy particular, coronado por 20 metros de faro,
que fue construido en 1861: «En el primer plan se hicieron 5 o 6
faros, entre los que también estaban los de sa Conillera, es
Penjats y la Mola», explicó Santiago sobre una historia que conoce
muy bien ya que es hijo de farero y heredero de este trabajo y de
esta forma de vida.
Conocedor de todos los faros, hacia los que se desplaza por mar
para llevar a cabo los trabajos de mantenimiento, cuenta que en el
nombre botafoc significa encender fuego: «Porque antes de que lo
construyeran encendían fuego aquí para guiar a los barcos que
llegaban».
En la entrada de su casa Santiago tiene una exposición de
fotografías antiguas sobre faros de la isla con imágenes en blanco
y negro de de Tagomago y sa Conillera antes de las remodelaciones o
de los accidentes que algún temporal provocó sobre ellos.
En dos módulos que se encuentran a mano izquierda de la entrada
de la casa hay dos habitaciones donde están los generadores que se
encienden de forma automática el faro , «dependiendo de la luz
exterior», y también la sirena que se activa cuando hay niebla para
guiar a los barcos entre la escasa visibilidad y que alcanza una
distancia de más de 20 kilómetros. Santiago bromea sobre una
anécdota acerca de la señal acústica y asegura que «cuando suena
hace mover todas las cosas de la casa». En la otra habitación tiene
lo que llama «el futuro», que es nada menos que un sistema digital
que informa los estados de los principales faros de la isla.
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