Las alegaciones al PTI presentadas por el colectivo de arquitectos de la isla apuntan que en general la nueva norma territorial no pone en cuestión ni se plantea la posibilidad de un modelo de desarrollo territorial alternativo al actual. «En algunos de sus aspectos es incluso regresivo y sienta unas bases enormemente peligrosas para un desarrollo equilibrado en ciertas cuestiones relacionadas básicamente con la alfombra de edificación diseminada en que se convertirá el suelo rústico y el uso abusivo del litoral tanto en tierra firme como en el mar», dice el escrito de alegaciones al que ha tenido acceso este periódico.

Como ejemplo del carácter regresivo de la nueva normativa, este colectivo de profesionales cita «los nuevos desarrollos en la costa, la construcción en las áreas naturales protegidas ANEI» e incluso «la disminución de superficies mínimas de parcela donde planeamientos generales aprobados en la segunda mitad de los 80 ya definían una alta protección». Se refiere, en este caso, al Plan General de Ordenación Urbana de Sant Antoni o las Normas Subsidiarias de Formentera.

Sobre la construcción en suelo rústico, los arquitectos sostienen por un lado que «se observa un intento de avance en una cuestión ciertamente espinosa», aunque, por otro, destacan luego que «este avance resulta tímido e insuficiente e incluso, en ciertos aspectos, una absoluta regresión». Tienen en cuenta la «percepción que una importante parte de la masa social de estas islas tiene relativa al supuesto derecho inalienable de edificar en esta clase de suelo», pero subrayan que la posibilidad de construir en Àrea Natural de Especial Interés constituye «un manifiesto retroceso» y, por tanto, supone «la perpetuación de un modelo territorial obsoleto».

Para los arquitectos, la edificación indiscriminada en suelo rústico resulta atípica, «criterio cada vez más aceptado jurídicamente en el sentido de que sólo sean posibles aquellas edificaciones relacionadas con su uso agrícola». El Colegio de Arquitectos reconoce que esta reflexión choca frontalmente con el factor sociológico pitiuso y se convierte en una contradicción que el PTI no resuelve y, «pese a que introduce ciertas medidas correctoras», permite que el suelo rústico «continúe su inexorable degradación».

Los arquitectos proponen la adopción de «soluciones imaginativas con nuevos enfoques que superen el esquema tradicional», que se ciñe casi en exclusiva «al tamaño de la parcela». Entienden que el reconocimiento de los dere-