Olor a pintura y maderas, una caja de zapatos gigante sobre cuatro ruedas y una mujer, Maruja, que da barniz a unas botas pegadas por la suela a una lámina cuadrada. Se trata del almacén de la carretera de es Cubells donde los ganadores de la Rúa de Eivissa han gestado en las últimas semanas el disfraz que tanto ha dado que hablar desde el desfile del domingo. Los soldaditos de plástico con los que tantos hemos jugado de pequeños cobraron vida por unas horas gracias a esta comparsa de algo más de 70 personas, de las cuales la mayoría pertenece al Grupo Folclórico de Sant Josep. La idea del disfraz se les ocurrió poco después de Navidad, y desde entonces hasta el pasado fin de semana el ritmo de trabajo ha sido frenético. Un montón de horas cada día: «Ha sido un curro muy grande. Nada es comprado, todo lo hemos hecho nosotros. Sobre todo para las mujeres que se han encargado de coser», asegura Bartolomé Grao, uno de los componentes, mientras Vicente Pujolet, presidente honorífico del grupo, asiente. Cuando ellas, con Antonia Marí y Lourdes Tur a la cabeza, hacían de costureras, otros se encargaban de la elaboración de los accesorios. I.M.