Lo menos frecuente es una pareja o matrimonio de dos creadores,
de dos artistas, de dos seres que se dediquen plenamente al arte,
pero este fue el caso de Egon y María Neubauer, una pareja
singular, carismática de personalidades muy diferentes, casi
opuestas que juntos formaban «un todo». Es el caso clásico de las
dos medias naranjas que se complementan perfectamente, naturalmente
para esta complicidad era necesario también cosas en común y entre
ellos estaban su pasión por el arte y su gran amor por Ibiza.
Egon llegó la primera vez a la isla en el 54 para recoger unos
cuadros de Troekes, otro grande de la pintura, que entonces vivía
en San Agustín, a Egon la isla de Ibiza le impacta, queda
conquistado por como era entonces y a pesar de que había vivido en
París, Palermo y la isla de Ischia, no pudo ya olvidar Ibiza y en
el 56 vuelve casado con María y se instalan en San Antonio y al año
siguiente nace su hija Judith. Son unos años maravillosos a los que
Egon se dedica plenamente al arte, dibuja, pinta, hace esculturas y
combina figurativo con abstracto de una manera formidable, cuando
se crea el «grupo 59» entra a formar parte del mismo participando
en sus exposiciones en la Galería El Corsario. En el 62 se
construyen su casa en la bahía de San Antonio un lugar desierto y
tranquilo donde actualmente viven su mujer y su hija. Casa
agradable y acogedora con una sencilla decoración pero cargado de
recuerdos y obras de Egon, donde está su presencia y parece que el
cualquier momento puede aparecer el artista con su porte
distinguido y su imponente barba. En el año 68 acepta La Cátedra
Fachhochschule Hannover y a partir de este año comparte su tiempo
entre Ibiza y su trabajo docente en Alemania hasta que se jubila,
continúa formando parte del «Grupo 59» y participando en sus
exposiciones hasta su disolución en el 64. Muere en Alemania en el
año 91 y su último cuadro se titula «ay, el país lejano».
Egon era un personaje muy particular y si bien le vi y le traté
a lo largo de los años no llegamos a ser lo que se dice grandes
amigos, sino dos personas que se conocían bastante y teníamos una
buena relación. Él, no era dado a la vida social sino más bien de
trato familiar y hogareño, era una persona culta, buen conversador
y con un gran sentido del humor, pero al mismo tiempo reservado y
algo introvertido en público. Alto, distinguido, con un porte
magnífico y con una cuidada barba negra y en los últimos años ya
blanca. A mí siempre me inspiró un gran respeto y me recordaba a la
figura de los Apóstoles o un santón indú. Nos profesábamos nuestras
simpatías y nuestras relaciones siempre fueron cordiales, era un
hombre que transmitía paz y tranquilidad. Un joven escritor amigo
mío y de los Newbauer, Pedro Zarraluque escribió de él: «Pens en la
silueta elegant y callada d'Egon Newbauer, amb els timpans
destrossats per les bombes».
María, es otro personaje que merece capítulo aparte, es vital,
extrovertida, alegre, vivaz, inteligente, cariñosa y de una enorme
simpatía, siendo muy agradable y con clase, tiene una espléndida
figura y fue una belleza y quien tuvo retuvo y hoy continúa siendo
una mujer muy atractiva y conserva su esbelta figura, llevaba una
larga trenca que podía ser la envidia de cualquier payesa. Recién
llegada a Ibiza y recién casada; con su espíritu inquieto y
creativo, no se conformó ni resignó a ser solamente la mujer del
pintor y ayudada por su marido. Decide dedicarse al Batick y vende
sus telas, sus blusas a la emblemática galería Tanit de Haus Van
Praag. Egon pinta telas con motivos ibicencos; cañas, baladres,
flores de cactus, pitras, chumberas, etc y los dos se dedican a
diseñar patrones, confeccionando María de forma artesanal prendas
de vestir muy originales con motivo de la isla en la que se ven
casas, barcos y paisajes isleños. No daba abasto a los pedidos de
los veraneantes de la época. En el año 62 tiene el coraje de abrir
una famosa boutique «pandora» en San Antonio, donde expone sus
baticks y los estampados de Egon y en el año 70 aparecen sus
famosos patchworks con motivos ibicencos, confeccionando faldas y
vestidos que son verdaderas obras de arte, para los elegantes de la
época era obligado vestir una de las prendas de María.
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