La fachada del Hotel Montesol situado en el paseo más céntrico de Eivissa, Vara de Rey, se convirtió ayer en el objetivo de cientos de cámaras; entre ellas, y la más importante, la del fotógrafo Toni Riera. Nueve balcones llenos de gente de lo más dispar fueron los motivos a retratar. Fachada, balcones, bailarinas, camareros, creadores de moda, Dj, entre ellos Roger Sánchez y Eric Morillo (que por cierto fue el último en llegar a la sesión), porteros y fotógrafos tenían en común un eslabón: la discoteca Pachá. El motivo de la cita, la repetición de una de las fotos más míticas de la historia de la discoteca y de la propia isla de Eivissa.
Pasadas las tres de la tarde, los protagonistas del cártel corrían por los pasillos del hotel intentando conocer cual era su posición. Mientras, el propio autor de la fotografía, Toni Riera, se afanaba en llamar a algún despistado que llegaba tarde: «La mayoría vive la noche, con lo que aún están durmiendo; ya veremos quien sale y quien no en la imagen».
Una vez ya con todas las parafernalias puestas y cada uno situado en su lugar correspondiente, Riera, con megáfono en mano para dar órdenes, subió a una grúa situada en el paseo de Vara de Rey con el fin de retratar por tercera vez la misma fachada pero con protagonistas diferentes. La primera instantánea tomada por Toni Riera en la fachada del Hotel Montesol fue en 1976 y diez años después, en 1986, se repitió la misma fotografía. Riera, que se mostraba muy contento con la repetición de la iniciativa, comentó que esta vez «se hace con una nueva óptica» ya que la anterior fue tomada desde el edificio situado al otro lado de Vara de Rey. La foto será incluida dentro de un libro que saldrá el año que viene y que recorre la historia de Pachá.
«Esto es muy grande, estoy nerviosa», comentaba una de las protagonistas momentos antes de empezar la sesión: «Es una gran oportunidad estar aquí con tanta gente».
Durante más de dos horas, más de treinta participantes permanecieron en sus sitios, riendo y gritando a los curiosos, mientras Riera sudaba la gota gorda intentando coger el mejor perfil de cada uno de ellos. Mientras, numerosos curiosos se agolpaban en la acera para descubrir de qué se trataba la historia y, ya de paso, llevarse de recuerdo la instantánea. B. Roselló