Ha habido un herido grave en el acantilado junto a la torre des Molar en el puerto de Sant Miquel», dice la llamada que un día cualquiera reciben los bomberos. Ni salvamento marítimo ni los Geas pueden acceder al lugar del siniestro por la mala mar que hay. De ahí que un equipo especializado de rescate de montaña del cuerpo de bomberos de Eivissa acuda al auxilio.
Aunque esta no es una situación real, y sólo sea un simulacro, los ocho hombres que componen este grupo especializado deben entrenarse como si de una situación real se tratara para que cuando ocurra algo serio sepan cómo enfrentarse a la situación. Este año han acudido a dos rescates sin contar los de animales, que son muchos al año.

El simulacro consiste en rescatar al herido de forma vertical, que es mucho más sencilla aunque menos recomendable, para lo que se ha tenido que montar todo un sistema de contrapeso que nivele el peso de la persona a la que se tiene que evacuar con el peso de otra persona, que en este caso sería un rescatador. Una vez se consigue subirlo arriba del acantilado, al no tener un punto firme donde dejarlo en tierra, se necesita una polea situada a un lado para trasladar la camilla a tierra donde se le llevará a la ambulancia. La dificultad del rescate depende de la verticalidad de las paredes: cuanto más lineales sean menos se tardará en subir la camilla.

Dos rescatadores ya han descendido el acantilado haciendo rapel y han conseguido asegurar al herido, que en este caso es el bombero Miguel, por los pies, la cintura y el tronco, se procede al salvamento. Colgados de unas cuerdas sujetas por una tirolina se encuentran Rabanal y Elías: uno realiza la función de regulador (controla la velocidad a la que sube la camilla), y el otro de contrapesista (que con unos movimientos que requieren bastante fuerza física permite que el herido vaya ascendiendo).
Cuando hacen prácticas se hacen rescates de envergadura para que los especialistas ya experimenten cualquier tipo de peligro y sepan reaccionar ante cualquier dificultad. En este caso, y según afirma Julián Vega, jefe del servicio de rescate del cuerpo de bomberos, «sería uno de los más lentos por lo complejo del sistema. Dos horas y media o tres sería el tiempo que tardaríamos en efectuar el rescate porque hay que contar el tiempo de montaje de las instalaciones». C.V.