Jaime Roselló presentó ayer noche su espectáculo árabe y
portugués de doma de caballos en el parque Reina Sofía dentro de
las actuaciones programadas con motivo de las Festes de la Terra.
El espectáculo consistió en un «poco de todo», en palabras de su
creador. Contó con una parte de autoescuela -especialidad de la
doma que engloba al resto-, doma vaquera, clásica y rejoneo. La
segunda, más orientada a las reses bravas, es una doma de campo,
«para ir a torear, de acoso y derribo»; la tercera es de Jerez, «es
como el baile». En el espectáculo se emplea un caballo para cada
tipo de doma. Se utilizan nueve en total. Cada uno de ellos puede
estar activo entre quince y veinte minutos.
Pero ese tiempo significa un trabajo diario: «A los caballos
tienes que domarlos día tras día. Se puede empezar a trabajar con
ellos a partir de los tres años y se tarda un año y medio, más o
menos, en prepararlos para que salgan a la pista», explica Roselló.
«Es un trabajo y, salvo a algunos, no les cogemos cariño a los
animales porque son muchos, cerca de sesenta». Pero esa aparente
falta no se aprecia en la pista, donde jinetes y caballos se
amoldan a la perfección hasta arrancar espontáneos aplausos por
parte de un público que abarrotaba la plaza. Uno de los momentos
álgidos de la noche fue cuando un negro y temperamental «entero»
-caballo que no está castrado- bailó sobre sus cuartos traseros y
recorrió la pista acompañado de música flamenca. Pero los aplausos
más emocionados los arrancó Jaime Roselló a lomos de un entero gris
al que hizo sentarse, tumbarse y levantarse de nuevo. El
espectáculo acabó con un «carrusel», especie de «fin de fiesta», en
la que los otros cuatro caballos rodeaban al gris de Roselló, que
permaneció en el suelo. Tanto gustó al público que algunos pidió a
los jinetes después del espectáculo que les llevaran a lomos de los
equinos.C.C.
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