Rosa Velasco empezará a administrar la medicación a dos enfermos
mentales una vez que se subsanen los tramites burocráticos
necesarios. La trabajadora social se encargará también de
facilitarles la asignación económica una vez que se hayan tomado la
medicación necesaria para su tratamiento. «Queremos que se
mediquen, porque una vez que lo hagan van a tener una actitud
normalizada», afirma.
A través del 'incentivo' económico se busca conseguir un mejor
bienestar para la salud de la persona, a través de la medicación, y
que, además, acudan al centro de rehabilitación psicosocial, sede
de la Fundación Aldaba, para que se relacionen con más personas y
no estén deambulando.
Esta actividad forma parte del trabajo que realiza Rosa Velasco
en la Fundación Aldaba, una entidad que firmó hace un año un
convenio de colaboración con el Consell, la institución encargada
de tutelar pero que no contaba con el personal adecuado para
hacerlo, para llevar a cabo el Programa Interinstitucional de
acción tutelar de personas adultas en Eivissa y Formentera.
El trabajo de Aldaba comenzó con las tres personas tuteladas por
el Consell, que se encuentran en Palma debido a que padecen una
enfermedad mental ya que en Eivissa no hay recursos para ellos. La
intención es que puedan volver a Eivissa una vez que el Consell
disponga de los pisos tutelados, ya que sus familias se encuentran
residiendo en la isla.
Las siete personas que actualmente están tuteladas por esta
Fundación en Eivissa son enfermos mentales, «pero también hay
personas mayores o personas con enfermedades puntuales como un
drogodependiente, un ludópata o un anoréxico que tampoco puede
controlar su vida», precisa Velasco. El servicio está encaminado a
la protección efectiva de las personas incapacitadas judicialmente,
o susceptibles de serlo, sin familia o en situación de desamparo al
que los jueces pueden encomendar el ejercicio de funciones
tutelares.
La tutela abarca desde la parte económica a la social:
«Proveerle unos recursos mínimos, como techo, alimento y recursos
sociales hasta administrarle la medicación». La curatela se aplica
sólo al tema económico, la administración de sus propiedades. En
definitiva, se trata de cuidar a las personas protegidas
procurándoles un alojamiento adecuado y la atención de sus
necesidades cotidianas: alimentación, higiene, vestuario, ocio,
salud o la administración de bienes, velando para que cumplan sus
obligaciones y les sean respetados todos sus derechos.
La Fundación asume la tutela de la persona una vez que el juez
declara la incapacidad de la persona. Desde ese momento, la
relación entre ambas instituciones ha de ser fluida. «Tenemos que
presentar cuentas bancarias, justificar lo que hacemos y la compra
o venta de piso, que no es muy habitual, se tienen permisos
especiales», explica Rosa Velasco. Una vez al año se ha de dar
cuenta de la gestión de los bienes al juez.
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