Los trabajos de Can Botino, en Dalt Vila, han provocado las quejas
de vecinos y comerciantes de la zona, en especial de aquellos cuyas
viviendas están próximas a la grúa que transporta los escombros de
esta obra. Uno de estos casos es el de la propietaria del
hotel-restaurante El Corsario, Beatrice Heppe, que ha visto como la
reforma de este edificio está llegando a afectar considerablemente
a su negocio.
El polvo que originan estos trabajos invade constantemente el
interior de las habitaciones y el restaurante de este
establecimiento. «No se pueden abrir las ventanas porque todo se
ensucia en diez minutos», explicó Heppe a este periódico. Asimismo,
se quejó de que las obras de reforma de Can Botino ha supuesto el
cierre de la calle Santa María, que da acceso al hotel. «Los
clientes protestan también por la falta de aparcamiento»,
añadió.
Heppe, que ha denunciado esta situación en reiteradas ocasiones
al Ayuntamiento de Eivissa, explicó que la última acción ha sido
enviar una carta a la administración municipal en la que solicita
que paralice las obras hasta que finalice la temporada
turística.
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