El ENVISAT, el satélite de observación más grande que se ha puesto
jamás en órbita, cumple dos años en el espacio. El satélite, cuyo
acrónimo corresponde a las primeras letras de Enviromental
Satellite, fue lanzado el 1 de marzo de 2002 y colocado en órbita a
800 kilómetros de altitud. Esta inmensa plataforma instrumental,
diseñada y lanzada por la Agencia Espacial Europea (ESA) que
registra sin parar parámetros ambientales, da vueltas a la Tierra
con un período de 95 minutos.
El ENVISAT es, en realidad, un auténtico vigilante. Los ojos que
lo vigilan desde la Tierra y que cuidan de que los datos que envía
sean correctos son los de diferentes equipos de científicos de todo
el mundo, que no sólo han contribuido a calibrar el satélite justo
después de su lanzamiento, sino que llevan a cabo una labor de
seguimiento.
Uno de estos equipos está formado por oceanógrafos físicos del
Institut Mediterrani d'Estudis Avançats (IMEDEA), un centro mixto
dependiente de la Universitat de les Illes Balears (UIB) y del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Encabezado
por el menorquín Damià Gomis, este grupo de investigadores ha
llevado a cabo el calibrado de uno de los instrumentos del ENVISAT,
su radar altímetro, con el que puede conocerse en todo momento qué
altura alcanza el nivel del mar. Además, el grupo de IMEDEA
participa en el seguimiento minucioso del satélite, un calibrado a
largo plazo.
Mediante la sinergia de tres universidades y con la financiación
de la Agencia Espacial Europea, el radar altímetro del ENVISAT fue
calibrado en el Mediterráneo occidental desde un punto situado al
noroste de Menorca y también desde Eivissa.
Las observaciones del nivel de mar obtenidas por el satélite
servirán para obtener datos precisos sobre la dirección y la
velocidad de las corrientes marinas. En el futuro, cuando la serie
de datos sea representativa, se dará información esencial para
conocer los cambios que el calentamiento global del planeta puede
causar en la circulación marina.
El objetivo del ENVISAT -que es, básicamente, un satélite de
observación de la Tierra- es analizar las corrientes marinas, el
deshielo de los polos, las fluctuaciones en el nivel de las aguas y
otros problemas medioambientales.
Las cuatro boyas de calibración, construidas en Múnich, se
instalaron en el noroeste de Menorca y enviaron una señal a una
estación situada junto a la planta depuradora de Rafal Amagat
(Ciutadella), que a su vez transmitió los datos mediante telefonía
móvil a Alemania.
La función de las boyas y los mareógrafos (ubicados en el puerto
de Sant Antoni de Portmany y la isla de Es Vedrà, en Eivissa) es
determinar el nivel de las aguas para cotejar estos datos con los
que obtenga el satélite.
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