Clara Sala ha encontrado en el mundo de la mecánica la salida profesional que buscaba. Foto: KIKE TABERNER

L e gusta la música, la lectura, acicalarse y ponerse guapa y trabaja como muchas chicas de su edad. Se dedica al mundo de la mecánica del automóvil desde hace casi un par de años en el concesionario oficial Seat en Eivissa, donde forma parte de la plantilla de diez mecánicos de Colomar Automóviles y trabaja como uno más.
Tras estudiar el módulo correspondiente de Formación Profesional en el Instituto Isidor Macabich Clara ingresó en las filas de este conocido taller donde además de trabajar recibe formación continua. «Cuando estudiaba 4º de Eso hice como optativa Mecánica porque no había plazas en las otras asignaturas y como me gustó y me fue muy bien decidí ingresar en el módulo de FP de Mecánica del Automóvil», explica. «Al principio me daba un poco de miedo pero tampoco me preocupé demasiado por ser la única chica de la clase porque siempre me he sentido a gusto y como una más. Me han tratado muy bien tanto dentro como fuera de las aulas», añade.
De todos los quehaceres diarios con los que se puede encontrar en su hoja de trabajo Clara se queda con los temas de mecánica. «Me gusta tocar el motor», resume esta joven menuda que admite que la relación con sus compañeros es muy equilibrada: «Cuando tengo que hacer cambios llamo a los compañeros más fortachones pero ellos también acuden a mí cuando necesitan una mano pequeña que pueda llegar a alguna zona complicada», revela esta mecánica que saca partido de su maña en muchas ocasiones.
Tras casi dos años trabajando de cara al público, Clara ya se ha acostumbrado a los comentarios y reacciones de sorpresa al verla enfundada en su uniforme de trabajo y manchada de grasa. «A muchos clientes les choca», admite divertida. Consciente desde un principio de que es una más de la plantilla comparte vestuario y zona de taquillas: «Si no quiero que me vean me meto al baño y ya está», dice resuelta esta joven que se empeñó en demostrar su valía como mecánica al ver la incrédula reacción de su padre cuando se enteró de las apetencias profesionales de su hija. «Mi padre me dijo que no lo sacaría pero mi madre me apoyó en todo momento», recuerda.
Dos años después su progenitor puede estar orgulloso del curriculum de Clara, que tras haber pasado por la aulas del IES Isidor Macabich aspira a convertirse en responsable técnica del taller en el que trabaja. «Es cuestión de tiempo», comentó José Colomar, el propietario del concesionario y taller que destaca la soltura, interés y ganas de trabajar de esta joven.

Ànimos
Clara, por su parte, anima a otras chicas de su edad para que prueben y conozcan el mundo de la mecánica: «Tiene sus cosas pero una vez que le pillas el truco lo ves todo muy claro», asegura esta forofa de los circuitos eléctricos de los coches. «Siempre pregunto en el instituto si se ha apuntado alguna chica pero parece ser que ninguna se anima», dice antes de señalar que sabe que antes que ella otra chica cursó estudios de Mecánica. «Sé que trabajó un tiempo en una empresa de náutica pero le he perdido la pista», señala en un descanso de su jornada laboral.
Al igual que sus nueve compañeros de taller Clara está adscrita a un sistema de primas de producción y penalizaciones recogidas en la normativa de calidad de servicio de la empresa. «Clara cumple muy bien con los tiempos establecidos en la normativa», comenta José Colomar, que destaca la importancia de este detalle que significa la cualificación, rapidez y profesionalidad de esta mecánica a la que no le importaría aprender nociones de chapa y pintura, otra de las especialidades del gremio que todavía no controla pero que le atrae.
E.Estévez