La comunidad musulmana de Eivissa está formada por más de 2.500 personas. Algunos como Abdelhak Diki llevan 25 años en la isla, otros como Samya Mestassi, de 31 años, y Chaker Bouassel , de 29 años, no más de cuatro años. Todos ellos tienen en común que están integrados en Eivissa con sus permisos de trabajo y residencia: Diki en la construcción; Chaker compagina su trabajo como recepcionista en un hotel con el doctorado de Derecho que versa sobre la Unión Europea y Samya es la mediadora cultural del Ayuntamiento de Eivissa. Los atentados del 11 de marzo en Madrid, los terroristas suicidas de Leganés y, para más inri, la visita a Eivissa de «El Chino», uno de los cerebros de los atentados, han desviado todas las miradas al colectivo.

Algunos como Chaker apenas pisan la mezquita aunque cumple con el Ramadán, pero todos coinciden que el mensaje del Islam es paz, tolerancia y convivencia. «Cualquier musulmán normal sabe que es imposible que los autores sean musulmanes verdaderos porque no pueden matar a niños, a mujeres, a seres inocentes. Es un acto de cobardía». dice. También Omar Omlad Benjit, un marroquí beréber que se confiesa islamizado no practicante, rechaza abiertamente la vinculación del Islam con el terrorismo: «No estoy de acuerdo con lo que se dice en la calle y en los medios de comunicación. Islam no es terrorismo y guerra santa. Es un concepto mal utilizado y manipulado a cambio de conseguir los objetivos del sistema neoliberal y capitalista con la complicidad de los regímenes árabes». Ahonda más en este asunto y acusa abiertamente a países como Arabia Saudí o Estados Unidos de favorecer el integrismo islámico: «Necesitaban excusas y justificaciones», sostiene. «El islam es una religión como otra cualquiera. Es una forma de buscar la espiritualidad», precisa Samya.

Hay disparidad de opiniones acerca de si se ha acrecentado el racismo en el colectivo árabe tras el atentado. Samya lo niega: ««No me ha ofendido nunca ningún comentario», comenta. «Hay que calmar los ánimos y todo sigue igual», añade. Sin embargo, el tesorero de la Asociación Musulmana, Abdelhak Diki, no opina lo mismo: «Antes estábamos tranquilos, pero ahora hay malas caras, insultos algunos han llegado a las manos». «Nos vemos mal vistos por ciertas personas que no nos conocen». Diki cree, incluso, que los ataques a la comunidad árabe pueden aumentar.