Yo clasificaría a las princesas en tres categorías: las de
cuentos de hadas, las de las Casas Reales y las princesas de
Mónaco, ya que estas últimas son un poco atípicas dentro de las
princesas europeas.
A Carolina de Mónaco la conocí en la discoteca Glorys de Ibiza,
que estaba muy de moda en los 70. Recuerdo que estuve sentado a su
mesa junto con otros amigos y en aquel momento me causó una pobre
impresión; de una gran belleza, una gran belleza, un poco tonta,
poco preparada, frívola y con muchas pretensiones, tanto que se
creía que tenía que tener a todo el mundo a sus pies. Imagino que
con el tiempo habrá madurado y mejorado su actitud de cara a los
demás, aunque la inteligencia y la cultura no depende del tiempo.
Hubo incluso un incidente desagradable con un fotógrafo de prensa
al que una de las amigas se levantó, le dio una bofetada y le
arrancó la cámara. De ahí que los problemas que tiene en la
actualidad con su actual marido ya vienen de antes.
A Philippe Junot, el que fue su marido, lo he tratado en dos
ocasiones porque estuvo dos veranos en la isla y uno de ellos fue
miembro del jurado del concurso de belleza 'Lady Glorys', una
conocida discoteca muy de moda en los años 70 que cedía
gustosamente la recaudación de la gala a la Comisión de Cultura de
Fomento de Turismo que yo dirigía y cuyo dinero se destinaba a la
financiación de actos como la Semana Cultural tan mencionada en
estas memorias.
El jurado de 'Lady Glorys' durante los años que se celebró
siempre estuvo formado por personajes de talla como Román Polansky,
Fernando Rey, Germán González, Simón Andreu... por lo que el
público iba más a esta fiesta más por el jurado que por las propias
chicas.
La impresión que tuve en aquel entonces de Philippe Junot, que
ya estaba casado con Carolina a pesar de la oposición de Grace
Kelly, que prefería como yerno al, ironías de la vida, Príncipe de
Hannover, actual esposo de la princesa. Entonces Junot era un
hombre atractivo, muy simpático con un alto poder de seducción,
inteligente, brillante y enormemente divertido que daba más bien la
imagen de un playboy que de una Alteza Serenísima. De ahí que yo
crea que, a pesar de que el Principado de Mónaco sea como cualquier
finca Junot no me parecía adecuado para ser príncipe consorte.
Recuerdo que los miembros del jurado eran personas importantes:
desde fotógrafos a directores de cine o escritores, y recuerdo que
causó expectación la presentación de Junot. Yo, que me encargué de
las presentaciones en el acto, tuve que improvisar porque el propio
Philippe me pidió que no le presentase como el marido de Carolina
de Mónaco a pesar de que se le sigue conociendo por eso. Entonces
improvisé y dije financiero, dato que la prensa de la época lo
destacó entre comillas. Curiosidades de la vida, parecer ser, según
tengo entendido, Junot ha hecho muchas y grandes inversiones y en
la actualidad es un gran financiero, con lo cual en aquel momento
mi bautizo tuvo su efecto.
Pienso que su boda con Carolina le sirvió para dejar de ser un
absoluto desconocido. Ha tenido muchas aventuras y volvió a
casarse, y pienso que este matrimonio principesco también le ha
perjudicado porque el ser marido o ex marido de una famosa acaba
siendo pesado y a estas alturas preferiría que se le conociese como
Philippe Junot a secas.
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