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S. M. DEBELIUS
Lo que pretende Kim Howells, responsable gubernamental del turismo en el Reino Unido, no es otra cosa que relanzar el mercado interior británico. Para ello, no ha dudado en pedirles a los ingleses que imiten a los alemanes, e incluso se ha atrevido a insinuarles que cambien «lugares como Eivissa» por el norte de Escocia. De conseguirlo, sería un auténtico problema para destinos clásicos, como el de Eivissa, ya que no en vano aquel es el primer mercado emisor de turistas hacia las Pitiüses. Una sola frase ha acabado con dos de los pasatiempos nacionales favoritos de los ingleses, ridiculizar a los alemanes y los chistes sobre el bronceado bermellón de los que viajan a la costa mediterránea.

El ministro británico explicó que en Alemania la gente que viaja se preocupa mucho más que en ningún sitio de la industria doméstica. Howells comentó que «los alemanes pasan los mismos días en España que los británicos, pero que además lo complementan con unas segundas vacaciones en Alemania y es a eso a lo que queremos llegar. Tenemos sitios que merece la pena visitar».

Los británicos, que tienen dos semanas menos de vacaciones que el resto, no ven con buenos ojos lo de cambiar la costa española por la escocesa. Cómo dice Phill Davies, editor de «Travel Trade Gazette», una guía turística, «los ingleses no van a despreciar el buen clima garantizado fuera por un destino doméstico».

La crisis del turismo británico se ha acrecentado por sucesos como el 11 de Septiembre o la guerra de Irak. Además, el principal problema está en que la gente que viaja al Reino Unido no suele salir de Londres. La capital recibe más de 11 millones de visitantes al año, mientras que ciudades como Cardiff o Manchester apenas se conocen.

El ministro británico de Turismo resume su campaña en una frase: «Tienes que sacarles [de Londres]. Dispérsales a los alrededores un poco». Eslogan tampoco ha sido bien recibido en la ciudad donde el alcalde Ken Livingstone acaba de lanzar una campaña para promocionarla.

Howells reconoce que le queda mucho márketing por hacer, pero que lo fundamental «es poner de moda lo más auténtico y tradicional del producto casero nacional». De momento, los ciudadanos del Reino Unido hacen oídos sordos a las declaraciones de su ministro.