Muchas son las personas de la isla que saben que las minas de
s'Argentera tienen una gran historia a sus espaldas. Fueron
explotadas por los púnicos, más tarde por los romanos y hace tan
sólo poco más de un siglo daban trabajo a más de 200 hombres de la
isla.
Pese al esplendor del pasado, en la actualidad no sería rentable
continuar extrayendo la galena argentífera que es fruto de sus
tierras. Sin embargo, todavía hoy sería posible volver a esa gloria
de los primeros siglos de nuestra era. Esta ha sido la idea de Joan
Escandell, uno de los propietarios de la explotación, que ha visto
la manera de devolver la vida a esos terrenos que durante tantos
años alimentaron a familias ibicencas: «Es un proyecto arriesgado,
pero queremos abrir las minas al público después de hacer una serie
de reformas», explica Escandell quien está trabajando en la idea
junto a su padre y diversos especialistas, entre los que se
encuentra un equipo de ingenieros minas, desde hace cuatro
años.
El objetivo del proyecto es hacer un recorrido de unos 230
metros por el interior de las galerías subterráneas. La entrada a
los túneles sería por uno de los pozos y se haría en dos tramos.
Primero, los visitantes recorrerán una galería que les llevará
hasta la mitad del pozo y una vez se encuentren a unos 10 metros de
la superficie, los turistas accederán a una escalera de caracol que
les conducirá a una profundidad de unos 24 metros. Según el joven
propietario la ventilación no será ningún problema porque «hay una
serie de normativas que hemos de cumplir para la seguridad de los
visitantes».
Las visitas estarán guiadas y se ofrecerán en diversos idiomas,
porque de hecho los estudiantes de la isla también forman parte de
su público objetivo: «Estamos interesados en mantener abiertas las
instalaciones todo el año, pero es muy difícil porque en invierno
prácticamente no hay turismo. Sin embargo, en la época de más frío
nos pueden visitar las escuelas, lo que nos permitiría estar
abiertos todo el año. Los escolares de una visita de estas
características podrían aprender bastantes cosas divirtiéndose»,
explica convencido. «Además, es probable que estas visitas queden
complementadas con talleres», termina Escandell.
El plan tiene previsto abrir las minas en cuatro años: «Si todo
va bien, el año que viene se dará el visto bueno al proyecto.
Entonces empezaríamos las obras que, tenemos calculado, durarán
unos tres años. De este modo abriríamos sobre el 2007», comenta un
poco escéptico su propietario, quien sospecha que en esa fecha
todavía no se podrán abrir.
Joan y sus ayudantes tienen mucha fe en esta idea y consideran
que un proyecto de este cariz es casi una necesidad: «Creo que
Eivissa necesita de este tipo de iniciativas para salir de su
catetismo y dar más opciones al turismo», comenta Escandell.
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