TW
0

BARBARA MUNAR
¿Quién no ha ido nunca a las minas de s'Argentera? ¿Quién no ha parado por casualidad en la carretera con la curiosidad de saber qué eran esas chimeneas tan altas? ¿Cuántos geólogos de la isla han visitado las minas para comprobar la riqueza de su suelo? o bien... ¿Cuántos profesores han llevado a sus alumnos a visitar esa zona?

Muchas son las personas de la isla que saben que las minas de s'Argentera tienen una gran historia a sus espaldas. Fueron explotadas por los púnicos, más tarde por los romanos y hace tan sólo poco más de un siglo daban trabajo a más de 200 hombres de la isla.

Pese al esplendor del pasado, en la actualidad no sería rentable continuar extrayendo la galena argentífera que es fruto de sus tierras. Sin embargo, todavía hoy sería posible volver a esa gloria de los primeros siglos de nuestra era. Esta ha sido la idea de Joan Escandell, uno de los propietarios de la explotación, que ha visto la manera de devolver la vida a esos terrenos que durante tantos años alimentaron a familias ibicencas: «Es un proyecto arriesgado, pero queremos abrir las minas al público después de hacer una serie de reformas», explica Escandell quien está trabajando en la idea junto a su padre y diversos especialistas, entre los que se encuentra un equipo de ingenieros minas, desde hace cuatro años.

El objetivo del proyecto es hacer un recorrido de unos 230 metros por el interior de las galerías subterráneas. La entrada a los túneles sería por uno de los pozos y se haría en dos tramos. Primero, los visitantes recorrerán una galería que les llevará hasta la mitad del pozo y una vez se encuentren a unos 10 metros de la superficie, los turistas accederán a una escalera de caracol que les conducirá a una profundidad de unos 24 metros. Según el joven propietario la ventilación no será ningún problema porque «hay una serie de normativas que hemos de cumplir para la seguridad de los visitantes».

Las visitas estarán guiadas y se ofrecerán en diversos idiomas, porque de hecho los estudiantes de la isla también forman parte de su público objetivo: «Estamos interesados en mantener abiertas las instalaciones todo el año, pero es muy difícil porque en invierno prácticamente no hay turismo. Sin embargo, en la época de más frío nos pueden visitar las escuelas, lo que nos permitiría estar abiertos todo el año. Los escolares de una visita de estas características podrían aprender bastantes cosas divirtiéndose», explica convencido. «Además, es probable que estas visitas queden complementadas con talleres», termina Escandell.

El plan tiene previsto abrir las minas en cuatro años: «Si todo va bien, el año que viene se dará el visto bueno al proyecto. Entonces empezaríamos las obras que, tenemos calculado, durarán unos tres años. De este modo abriríamos sobre el 2007», comenta un poco escéptico su propietario, quien sospecha que en esa fecha todavía no se podrán abrir.

Joan y sus ayudantes tienen mucha fe en esta idea y consideran que un proyecto de este cariz es casi una necesidad: «Creo que Eivissa necesita de este tipo de iniciativas para salir de su catetismo y dar más opciones al turismo», comenta Escandell.