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A las seis de la tarde, después de haber navegado durante tres horas por la costa suroeste de la isla hasta alcanzar el islote de es Vedrá, los tripulantes vuelven a tierra con una nueva concepción de uno de los rincones más enigmáticos de la isla. Puede que se hayan quedado con las ganas de pisar la famosa roca, pero han pasado muy cerca y casi han podido rozarla. Sus 375 metros de altura y unas formas que amenazan a la vez que atraen irrefrenablemente, no tienen nada que ver con ese icono que se repite en millones de postales.
El barco 'Islas Margaritas' (perteneciente a la empresa Cruceros Portmany) efectúa varias excursiones cada día, una de ellas siempre con este destino. La salida es a las 15,00 horas desde la bahía de Sant Antoni. En este municipio la oferta es interminable y en cada amarre se ofrece una ruta distinta, una apetecible excursión en la que conocer lugares como Portinatx, s'Espalmador (Formentera) o simplemente navegar frente a la bahía de la localidad a la hora en la que se pone el sol.
Hace unos seis años el director de Cruceros Portmany, Alfredo Ferrer, decidió poner en marcha una de las travesías que más éxito están teniendo entre los veraneantes. Ese inmenso islote conocido también como 'la catedral del Mediterráneo' es, desde luego, la principal protagonista del viaje, pero el que sea uno de los trayectos más cortos y que el precio sea muy accesible (14 euros) son otras de las razones de su éxito.

La tripulación
Jaime Ferrer, patrón de la embarcación, se dedica a la profesión desde hace 15 años; recuerda que hace una década «todavía se podía desembarcar y subir hasta la cima de es Vedrà, pero desde que es un lugar protegido sólo se puede rodear». Él se encarga de dirigir el barco, pero también de ir indicando por megafonía y en cuatro idiomas diferentes cada punto de la ruta. El barco, con capacidad para 150 personas (aunque habitualmente viajan una media de 80 en cada salida), permite seguir el recorrido desde cubierta y también desde el interior, donde hay servicio de bar. Además, desde la zona del barco que queda sumergida se puede observar el fondo del mar.
Vicente Ferrer ha visto de todo durante estos años. «Muchos se despistan en cuanto les damos la vuelta al islote y te preguntan cómo pueden llegar a la isla de enfrente, no se dan cuenta de que sigue siendo Eivissa», relata. El patrón cuenta con el apoyo de otros dos trabajadores, Vicente y Gerardo que realizan, como ellos mismos explican, las labores «de maniobras y limpieza», además de atender el bar. Ambos llevan cuatro años en este trabajo y realizan rutas con diferentes agencias. «Nunca sabemos lo que vamos a hacer al día siguiente -dice Vicente-, eso es algo positivo de este trabajo pero a la vez negativo». Para Gerardo, quien posiblemente haya visto algunas de las imágenes costeras más espectaculares de Eivissa, la excursión que va a Portinatx es la mejor. «Es la costa más agreste y salvaje y por eso me gusta tanto», asegura.
El trayecto incluye una parada para bañarse frente a la playa de Cala d'Hort y todos los viajeros han venido preparados para la ocasión. Mª del Carmen y Valentín, una pareja llegada desde El Vendrell, localidad cercana a Tarragona, son dos de los pasajeros, pero para ellos esta no es primera visita a es Vedrà. «Llevamos unos 14 años viniendo a Eivissa un año sí y otro no, y cada vez hacemos excursiones diferentes -explican-, ésta ya la habíamos hecho otras veces, nos gusta mucho, aunque la mejor ha sido la que nos llevó el otro día a s'Espalmador». Rápidamente la conversación toma otros derroteros porque Valentín quiere dejar constancia de que, en su opinión, la isla se está quedando obsoleta. «Cada año la oferta es la misma, esto tendría que evolucionar», comenta indignado. Además de ellos varias familias y parejas extranjeras se han sumado a la salida y participan encantados en el tradicional juego en el que tienen que recoger las botellas de champagne del fondo del mar. Entre los turistas de nacionalidad española también están Blanca, Verónica y Ana, de Teruel y Zaragoza. Las tres jóvenes también han quedado satisfechas y, para ellos, lo mejor ha sido el baño en las aguas cristalinas que rodean el islote. Escogieron esta excursión porque una de ellas ya la había hecho durante otro viaje, pero antes de marcharse de la isla también quieren apuntarse a la que va hasta Formentera.
La llegada a es Vedrà, después de divisar playas como Cala Bassa y Cala Compte, navegar junto a la isla Conejera, e incluso divisar la casa de la modelo Elle McPherson (que el patrón se encarga de señalar con detalle ante el interés de los pasajeros), es impresionante. Un nutrido grupo de gaviotas sobrevuelan continuamente el islote y la tripulación enmudece mientras con la vista todos buscan las cabras que, a pesar de diversas polémicas, todavía la habitan. Al final, los animales son vistos por la mayoría sobre la zona del islote que presenta más vegetación y el barco inicia el camino de regreso con una tripulación exhausta pero satisfecha.
Sara Yturriaga