La empresa tabacalera Davidoff acerca a sus clientes el arte de liar puros de la mano de un experto dominicano que durante toda esta semana exhibirá este proceso en el estanco Tur de Eivissa.
Esta muestra permite a los fumadores acercarse al proceso de confección del cigarro a mano, un proyecto que recorre todo el mundo. Ramón Emilio es un experto del tabaco en la República Dominicana, lleva veintitrés años en esta profesión y proviene de una familia que durante cuatro generaciones ha dedicado su vida al tabaco, desde sus antepasados a sus hijos que ya se han enganchado a este negocio. El dominicano acaba de llegar a Eivissa tras viajar por Corea, Hong Kong y China, donde ha realizado más exhibiciones.

Con motivo del cambio de milenio, Davidoff creó la Millenium Collection. Las hojas de tabaco que son destinadas a las capas proceden de una variedad de tabaco especial que se cultiva en Ecuador.

Ramón Emilio estará durante toda la semana enseñando paso a paso el artesanal proceso de confeccionar el puro. La primera pauta que realiza es la de mezclar los tres o cuatro tipos de 'tripa', que es como llaman los profesionales al tabaco de dentro. Según la cantidad y calidad que se añada de tripa, el aroma será más fuerte o más suave. Después se realiza el empuño del puro y se coloca en un molde de madera para introducirlo en la prensa y así darle la forma deseada. Tras el proceso de prensado se le pone la 'capa'.
El tabaco es un placer, para algunos, y un vicio para otros que tiene un tradición histórica muy intensa. Los indígenas sin colonizar ya hacían sus primeros cigarros. Los conquistadores españoles trajeron este producto a las fábricas de Sevilla y desde ese momento empieza a desarrollarse la industria tabaquera. Las plantaciones de tabaco, en principio exclusiva de la República Dominicana y de Cuba, fueron expandiéndose por Àfrica y el resto de América del Sur. También se cosecha esta planta en España, en el valle de Angertes.

Una vez que el tabaco se ha cultivado se hace la recolecta para proseguir con el desecado; otro proceso que sigue es el de fermentación que, mediante un proceso químico y unos compuestos se reconvierten en aceites esenciales que van a dar el sabor al tabaco. Continuadamente se 'envejece' el producto en unos almacenes donde pasan años hasta alcanzar el grado de añejamiento deseado. Según el tipo de cigarro, se mezclan distintos tipos de tabaco, de diferentes plantas; esto se llama la 'liga' o 'balanceo'. Una vez que el tabaquero ha construido el tabaco en fábrica pasa a un cuarto de maduración, donde está un mínimo de tiempo para que el tabaco evolucione, y ya una vez que pasa este proceso se llega al último escalón en la confección tabaquera en el que se pone la anilla y el celofán, se selecciona por color para que todos los cigarros sean igual y se empaqueta para su comercialización. De este modo llega al estanco para que aquellos empedernidos fumadores disfruten de un buen puro. Natalia Cárdenas