La hermosa naturaleza de Cala Llenya hace que esta playa sea muy
conocida y visitada, pero a veces el exceso de accesorios playeros
hacen que los ambientes naturales pierdan parte de su encanto.
Su arena fina y dorada atrae a multitud de extranjeros cada
verano. Muchos de los bañistas que se acercan a disfrutar de las
azules aguas de esta playa son residentes de las urbanizaciones que
hay alrededor. Aunque es una zona poco edificada, cuenta con un par
de zonas residenciales.
Cala Llenya suele sufrir un fuerte oleaje por su situación al
Este de Eivissa, y por sus vientos.
El bañista que acude a este rincón de la isla puede alquilar los
tradicionales velomares o jugar un partido de boleibol, ya que esta
playa cuenta con una gran red en un amplio espacio apartado de las
tumbonas y toallas.
En el mismo terreno de arena el chiringuito de esta cala coloca
cada día su terraza donde ofrecen su servicio de comida rápida. A
apenas 100 metros hay un restaurante que prepara la tradicional
comida mediterránea.
El acceso es fácil. Está a 10 kilómetros de Santa Eulària. La
señalización es muy clara para aquellos que acudan en vehículo
propio y dispone de un amplio parking gratuito. Además, durante los
seis meses de verano se puede coger un autobús en Santa Eulària que
lleva hasta las cercanías de este rincón, pero este servicio tiene
horarios muy limitados y no circula los fines de semana.
En medio del parking se haya una oficina de ventas cerrada que
estropea la salvaje apariencia de esta zona. Alguna empresa debió
dejarse esta horrenda caseta abandonada, que además resta el
agradable espacio de pinos donde la gente acude a refugiarse del
exceso de sol.
Cala Llenya mantendrá su encanto durante mucho tiempo mientras
se respete esta zona de árboles que rodea la tranquila aunque
poblada playa. Es un lugar idóneo para descansar y broncearse bajo
el sol con la brisa que en ella corre. N. Cárdenas
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