«Hemos notado que han sido colocados en los puntos céntricos de la
población unos anuncios del Fomento del Turismo de Menorca;
mientras que desde Ibiza no se hace nada al respecto», este
editorial de Julián Verdera en el Diario de Ibiza del año 1933 pone
de manifiesto que la falta de promoción del turismo comenzaba a
preocupar a los ibicencos. El 6 de agosto de 1933 se materializó
esa inquietud en forma de junta local de turismo (primera y
fundamental piedra sobre la que se asentó Fomento del Turismo).
Bartolomé Roselló, Juan Villangómez, José Tarrés, César Puget,
Alejandro Llobet y Mr. Rosi conformaron aquella primera junta.
Durante muchos años César Puget fue el «mentor» del Fomento.
Sabía que el turismo era la oportunidad de que Eivissa saliera de
su pobreza endémica. Dedicó horas y horas y su propio dinero;
incluso el local del Fomento era su farmacia en la calle
Anibal.
La Guerra Civil Española y la Mundial abrieron un paréntesis en
lo que a turismo se refiere pero en el año 1945 renace de nuevo el
Fomento; una vez más por el empeño de César Puget.
El Fomento del Turismo inició en 1965 una nueva etapa con la
renovación de su junta directiva. Mariano Llobet, secretario del
Ayuntamiento de Eivissa y vocal de la nueva directiva, fue uno de
los protagonistas de su renovación. Llobet consideraba que las
islas podrían aumentar sus ingresos si se realizaban «una promoción
inteligente y una propaganda adecuada». El nuevo Fomento debía
«mimar esa nueva riqueza (el turismo) que no se puede dejar escapar
de las manos».
La prolongación de la temporada turística a seis meses, la
mejora de las comunicaciones marítimas y aéreas y una promoción
segregada del ámbito provincial eran sus objetivos principales.
Desde entonces Fomento vigiló que no se cometieran más errores
en las publicaciones del Ministerio de Turismo, como la aparecida
en el calendario de 1965 donde se incluía a Eivissa dentro de la
denominación Provincia de Palma de Mallorca. Se creó un servicio de
asesoramiento gratuito en legislación turística, se abrió una
oficina turística en París y se incrementó el presupuesto hasta en
un millón de pesetas.
En 1969, en plena expansión del fenómeno hippie en la isla, los
pitiusos se mostraban preocupados por la desinhibición sexual y la
proliferación de drogas. Fue el momento de intentar encauzar la
libertad sin que se convirtiese en desmadre absoluto.
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