La Imprenta Verdera ha sido y todavía es uno de los lugares más emblemáticos de Eivissa. Testigo directo de desarrollo de la isla con todo su boom turístico desde los años 40 hasta la actualidad, conserva parte de esos recuerdos en una amplia colección de postales en blanco y negro y color en las que uno puede sorprenderse viendo los cambios físicos que han sufrido Eivissa y Formentera en las últimas décadas.

«Desde los años 40 nosotros nos dedicamos a comercializar una colección propia de postales y fuimos los primeros en introducir su venta en la isla», explica Julián Verdera recordando la figura de su padre Manuel y su tío José y el trajín de Can Verdera en sus primeros años de existencia.

«Aquí hemos vendido de todo: desde ropa a coches de niños, mobylettes GAC y Montesa, hilo de pescar, máquinas registradoras y de escribir, colchones, máquinas de coser y hasta sellábamos las quinielas», rememora el heredero recordando su niñez al observar las imágenes impresas en blanco y negra en las postales.

«El Montesol ha quedado igual...Y mira el cargador de sal en ses Salines con aquellas barcas de madera que se utilizaban para cargar los barcos salineros. Si te fijas bien en esta zona que ahora forma parte del Puerto de Eivissa antes había muy poca profundidad y había como bancos de arena ¿Ves? Todo esto ha cambiado muchísimo», rememora Julián mientras desempolva montones de postales antiguas en blanco y negro.

«Ésta, más costumbrista con gente vestida de pagesa a la puerta de la iglesia de Sant Antoni, no está trucada y recoge el momento de salida de misa tal y como era entonces. Y mira, ésta, con ellaüt , es de Port des Torrent y esta otra es del Ciudad de Maó, el barco que iba a Palma...», cita Verdera, que tiene varias cajas con numerosas postales de la Eivissa de antes que está dispuesto a donar a quien sea: «Si alguien las quiere yo se las doy porque tengo muchísimas que han quedado sin vender en su día», explica mientras va clasificando las fotografías de Talamanca con tan sólo dos hoteles y del Puerto de la Savina en Formentera donde lo único reconocible es el faro.

Eva Estévez