La procesión recorrió las principales calles de Sant Ferran de ses Roques bajo un sol de justicia. Fotos: GUILLERMO ROMANÍ

Día grande el de Sant Ferran y con un tiempo que de tan bueno llegó incluso a hacerse sofocante en algunos momentos de la jornada. Los actos se iniciaron con la celebración de la Santa Misa oficiada por el obispo de las Pitiüses, Agustín Cortés, y el párroco de Sant Ferran, Juan José Quiñonero. El alcalde de Formentera, Isidor Torres, y el Juez de Paz, Juan Yern, presidieron desde un lateral del altar el acto religioso y se incorporaron a la procesión que desfiló, bajo un calor ya sofocante, a lo largo de las principales arterias del núcleo urbano. Algunas de las personas que portaban las imágenes llegaron a la iglesia cerca del límite de sus fuerzas, no sólo por el peso, sino por el sol combinado con la ropa, elegante como se merecía el día, pero que en muchos casos parecía excesiva.

Los turistas no dejaron de retratar la procesión así como la elaboración de una paella para 250 personas que se iba confeccionando desde mediodía en la plaza de la iglesia; armados con cámaras fotográficas o de vídeo, los visitantes fueron siguiendo paso a paso la preparación del plato fuerte, quizás haciendo espionaje industrial; tras los actos religiosos en las dependencias anexas a la iglesia, los feligreses pudieron disfrutar del tradicional convite popular que ofrece la parroquia, aunque algún que otro turista no muy avezado a las formas y costumbres populares se apoderó de los platos con distintos fritos o guisos sin saber que son para picar y no raciones individuales.

Por la tarde se programaron una tirada de galls, cucañas infantiles y fútbol a 3, para, a las ocho de la tarde iniciarse la gran noche con una demostración de ball pagès a la que siguieron las actuaciones de Aires Formenterencs y Can Raia Rockin Band. A medianoche estaba prevista la lectura del pregón y el lanzamiento de un uc festivo ya que la comisión de fiestas decidió no ofrecer fuegos artificiales como colofón de la fiesta en clara alegoría, como indicaba el cartel de fiestas, de la postura contraria a la guerra. La música culminó la larga noche con propuestas que iban del hip hop al funky pasando por el reggae.
Guillermo Romaní