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La temporada turística, que oficialmente se inicia el próximo día 1 de mayo, se presenta con numerosas incógnitas entre los concesionarios de playas que no ocultan su profundo malestar por la «arbitraria» decisión de la consellera de Medi Ambient del Govern de les Illes Balears, Margalida Rosselló. Y arbitraria no es más que uno de los calificativos correctos con los que instituciones pitiusas, empresarios, hoteleros y concesionarios se refieren a una decisión igualmente tildada de «discrecional» o «unilateral».
Lo cierto es que darse un paseo por dos de las playas más emblemáticas de Formentera, Illetes y Llevant, revela dos aspectos sobresalientes: suciedad y vacío. El vacío es el de las hamacas que antaño se ofrecían a las turistas, unas hamacas que ya a día de hoy se han convertido, por su práctica ausencia, en uno de los bienes más preciados del litoral formenterés. Tanto es así que algunos concesionarios que han visto disminuir drásticamente el número de sus autorizaciones no han tenido reparo en confesar que «clientes habituales de la zona ya están llamando para hacer reservas de hamacas para cuando vengan» afirma Andrés, uno de los responsables de las concesiones anexas al restaurante Juan y Andrea , uno de los más conocidos de Illetes. En la franja situada frente a este establecimiento y en ambas direcciones había hasta el año pasado 148 hamacas que de golpe y plumazo se han visto reducidas a 64, bastante menos de la mitad y la verdad, vistas desde el agua, las pocas sombrillas y hamacas transmiten una sensación de desamparo, de como si estuvieran dejadas caer un poco al desgaire. Y a pocos metros de ahí, varios centenares en la realidad, se encuentra otra concesión igualmente histórica, la situada frente al restaurante Es Ministre que ha visto como las 90 tumbonas de otros años han quedado en apenas 35, una presencia casi simbólica en el mar de arena que tiene a ambos lados la concesión.
Pero no sólo eso, Illetes, formada por dos ensenadas en forma de media luna cada una de ellas, pierde hamacas por doquier en una zona y en la otra, nada de nada, pues la zona comprendida entre es Pou de Illetes y el kiosco restaurante El Pirata , una larga curva de fina arena y aguas cristalinas, no podrá contar con ni una sola hamaca y sí en cambio, al menos por el momento, con un inmenso algar . Guillermo Romaní