Desde esta tarde y hasta el 21 de abril Jackie Holden estará, un
año más, vendiendo su trabajo en la Plaça d'Art, que alcanza ya su
vigésima edición. De hecho, la acompañará toda su familia, porque
su marido, Steven Holden, y su hijo, Samuel, son también artesanos.
Los clientes, muchos de ellos rostros conocidos para la vendedora,
verán sobre la mesa los nuevos diseños de esta artesana: pulseras,
pendientes, broches o pasadores en los que, sobre una base de
piedras naturales, crea diseños a partir de flores naturales
convenientemente prensadas y combinadas. Pero pocos de esos
compradores serán conscientes del laborioso proceso que hay detrás
y que empieza dos años antes, cuando en el jardín de su propia
casa, esta inglesa instalada en Eivissa desde hace 18 años planta
las flores con las que luego creará verdaderas y diminutas obras de
arte. «Muchas son flores salvajes y sólo necesitan renovar una
siembra ya natural, pero algunas hay que sembrarlas y tardan en
florecer todo un año», explica.
Buganvilla, nomeolvides, brezo, cilantro, caléndulas, lavanda
marina,... Así hasta llegar a unos 20 tipos de flores con los que
Jackie crea sus diseños, siempre diferentes y siempre únicos.
Una de las mayores complejidades del trabajo es que el tamaño de la
flor debe ser diminuto, lo suficiente para poder colocarlas sobre
superficies del tamaño de una moneda de 20 céntimos e incluso más
pequeñas. «Depende de las modas, hay años en los que se llevan los
pendientes más grandes y otros en los que la gente los quiere
pequeños y tienes que enfocar tu trabajo hacia esas preferencias»,
comentan Jackie y su hijo Samuel, también artesano y quien a menudo
ayuda a su madre. Ambos se han acostumbrado a que en cada edición
de la Fira de Artesanía los clientes les pidan diseños distintos a
los que tienen. «Te dicen que les gusta el color de ese fondo pero
con la flor del otro y normalmente se los hacemos a su gusto»,
explican.
La casa de la familia Holden, situada en el campo por la zona de
Roca Llisa, está tomada por las flores. Hay macetas en la cocina,
sobre las mesas y por supuesto, en el jardín. Durante la época de
cultivo las condiciones meteorológicas son muy importantes y pueden
influir en el proceso porque, como explica la artesana, «una noche
de viento o una granizada puede estropear todas las flores».
Tras la recogida se prensan durante unas cuatro semanas- «para
ello utilizo la Enciclopedia Británica, es lo que mejor va», dice
entre risas - antes de empezar la última etapa del trabajo: «Se
colocan sobre la base, que puede ser ágata, abalón, nácar o
hematita y se le da unas 15 ó 20 capas de laca, pero además el
fondo está previamente tratado con esmalte para conseguir
diferentes tonalidades».
Sorprende la destreza con la que Jackie se maneja en este «trabajo
de chinos» y el acierto con el que mezcla una pequeña rama de
hinojo, una buganvilla y un toque de sombrieta. «A los nueve años
empecé a interesarme por las flores y hacía detalles para mi
familia, pero cuando conocía a Steven él me convenció para que
comenzara a vender lo que hacía», recuerda. Steven Holden trabaja
la plata de primera ley y diseña colgantes, pendientes o collares a
los que les incorpora piedras de luna, madera de fósil e incluso
las flores secas que prepara su mujer. Este artesano licenciado en
literatura inglesa (su mujer lo está en teología), y que es también
vicepresidente de la Associació d'Artesans, empezó a vender en la
Universidad de Kingston, pero cuando Margaret Tatcher llegó al
poder «lo prohibieron y tuvimos que empezar a trabajar en mercados
municipales, donde, en plena época de Recesión, resultaba difícil
vender a las amas de casa», comenta.
Sara Yturriaga
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